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¿Dónde está Quirino?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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El negocio de Quirino Ernesto Paulino Castillo resultó un éxito mayor del que supusieron los estrategas, pues todos salieron con grandes beneficios, menos uno. Veamos:
 
Traer al país al mayor narcotraficante que ha tenido el país en los últimos años de acuerdo con los reportes, extraditado y condenado en Estados Unidos donde pasó años en la cárcel, que se acogió al programa de testigos, revelando los engranajes del tráfico de drogas en varios países, incluyendo el suyo, no fue una decisión unilateral ni caprichosa de un funcionario cualquiera.
 
La decisión de traer a Quirino a la República Dominicana subrepticiamente, de madrugada, pero “filtrando” la información a determinados comunicadores, entre ellos yo, que no me dejé utilizar de preservativo, fue producto de un plan cuidadosamente diseñado por las más altas instancias del poder.
 
Antes de su llegada al Aeropuerto Peña Gómez, donde no cruzó por el Salón de Embajadores por prudencia, se montó una campaña mediática con excelentes resultados. Digamos que una especie de cortina de humo para preparar el terreno.
 
El objetivo, al que había que dispararle al corazón político para matarlo y enterrarlo, no era otro que Leonel Fernández, víctima de un novedoso estilo de sicariato.
 
Quirino formó parte de un plan general de cara al proyecto reeleccionista que tenía como un obstáculo principal a Leonel que pretendía volver al Palacio Nacional si los vientos soplaban a su favor, como lo dijo en varias ocasiones.
 
Para los “consultores” contratados, lo primero era tomar el control del Comité Político y el Central del PLD ampliando la matrícula y “ganando” la mayoría utilizando los recursos del Estado. De ese modo Leonel se convertiría en un presidente de papel sin poder de decisión alguna, como en efecto.
 
El Comité Político, en manos de Danilo, aprobó la modificación constitucional y ordenó aprobar la reelección presidencial a la cual siempre estuvo opuesto afirmando que para ello había que comerse un tiburón podrido sin eructar y echar los escrúpulos al zafacón, cosa que hizo sin ningún miramiento.
 
Lo demás es historia… los que dijeron que “ni muertos” votarían por la reelección, lo hicieron.
 
Quirino, los medios de comunicación y las encuestas, impidieron que los vientos soplaran a favor del presidente del PLD que en ningún momento supo responder las acusaciones del ex convicto, dándole visos de veracidad.
 
Al pueblo le dieron Quirino en la mañana, al mediodía, en la noche y en la madrugada durante el tiempo que los estrategas lo consideraron oportuno. Quirino daba entrevistas complacientes y llamaba a los programas de radio con absoluta libertad reclamando una deuda de 200 millones y dando detalles de su relación con Leonel y su entorno.

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