En Hatillo Palma, Guayubín, ha habido enfrentamientos entre dominicanos y haitianos, y fueron incendiadas pertenencias de estos últimos, a quienes se acusa de violar sexualmente a una dominicana. Si bien las acciones revelan violencia que no se justifica en lo más mínimo, indudablemente que son las autoridades policiales quienes tienen que intervenir y esclarecer los hechos, pues la situación marca hostilidades que deben ser encauzadas por quienes tienen esa función de ejercer el orden.
Simultáneo a esto, prosigue el proceso de repatriación y la frontera es escenario de grupos de haitianos deportados, luego de terminado el plazo que se concedió dentro del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros; a la vez, representantes de ambos gobiernos y del sector transporte de carga se reúnen en Puerto Príncipe, para tratar de buscar solución al impasse que mantiene paralizado el transporte de mercancías al vecino país desde hace 20 días.
Se impone la necesidad de arribar a acuerdos tras múltiples reuniones, porque las tardanzas en este intercambio comercial las pagan quienes no pueden hablar ni defender sus derechos, sobre todo en el empobrecido pueblo de Haití y para los de acá, que pierden, como así ha sido, cientos de millones de pesos.
Que los camioneros tengan garantizada su seguridad durante la labor comercial que desempeñan resulta imprescindible, y también que en comunidades y sitios del territorio nacional, donde conviven naturales del vecino país, se mantenga la calma y se permita que las autoridades jueguen su papel y determinen quiénes pueden o no permanecer aquí. El proceso marcha y aunque el gobierno dominicano es el máximo responsable de cuidar que fluya todo satisfactoriamente y que no se viole los derechos humanos de nadie, de una manera u otra cada quien es responsable de sus resultados. Cuidar las pasiones y actuar con cordura es parte del compromiso actual.
Calmar las pasiones
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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