En verdad no resulta una sorpresa que la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (Pepca), haya descubierto un nuevo caso de extorsión en la Oficina supervisora de Obras del Estado (ISOE). Lo triste es que algunos, como sucedió con el arquitecto David Rodríguez García, se quiten la vida por ser, según se asegura, víctima de extorsión; porque en este caso, este hombre perdió lo más importante de la vida, que es la vida misma, lo cual no tiene vuelta atrás, y el problema así no se soluciona ni por asomo.
Hechos similares, “y que formarían parte de un complejo entramado” corroen y permiten que la corrupción penetre hondo en infinitos segmentos del Estado. Aquí se habla de amenazas, irregularidades, malos manejos y decenas de violaciones que aparecen ahora, en el curso de las pesquisas, y que Pepca pone a la luz.
Se develan verdades siniestras, conspiraciones, expedientes manipulados por personas sin escrúpulos que asoman en estas 31 páginas elaboradas por la entidad anticorrupción del país, y entonces se reafirma que no solo hubo bajas actuaciones que llevaron al arquitecto García al suicidio, sino otras presiones que conllevaron a que existiesen firmas de cesiones de crédito y facturas, que dejaban a los hoy imputados con aproximadamente un millón de pesos.
Lamentablemente, a veces tienen que ocurrir hechos como este para que la caja de pandora se destape y aparezcan realidades, harto conocidas, pero sesgadas por asociaciones de malhechores, cuyas conductas denigran al país, a la institución misma que representan y, encima, llevan a la tumba personas como Rodríguez García.
Corrupción cala hondo
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