Nueva York.- Bien antes de que los Mets de Nueva York caminaran del camerino visitante hacia el dugout del Nationals Park para la primera entrada del partido de apertura, existían sólo dos grupos de personas que creían que el conjunto neoyorquino estaba bastantemente preparado para disputar una Serie Mundial.
Mirándolo desde afuera, los expertos del béisbol y aficionados de otros conjuntos rivales se reían de ellos, viéndolos como un equipo que estaba garantizado a quedar fuera de la postemporada por noveno año consecutivo.
Nueva York salió con los brazos alzados aquella tarde soleada en la capital estadounidense, sorprendiendo al conjunto que muchos eligieron para llegar al clásico de otoño.
No obstante, existieron par de dudas en el plantel de los Mets, especialmente en el relevo con la inesperada baja del entonces cerrador, Jenrry Mejía, que no pudo lanzar la novena entrada de la primera victoria por causa de dolores en el codo derecho. Una semana después, su egoísmo puso en juego el resto de la temporada cuando recibía la primera de dos suspensiones por haber violado la política de sustancias prohibidas.
Con una rotación encabezada por un par de ases en Jacob deGrom y Matt Harvey, los Mets no tenían muchas opciones dentro de los ocho relevistas restantes.
Pero hubo uno que recogió su guante y rápidamente hizo el nudo de sus tacos, demostrando en su primera oportunidad – su tercera aparición de la campaña – que sí se podía confiar en él independientemente de si había que iniciar el noveno episodio, entrar en el medio del inning o hasta sacar más de cuatro outs.
El domingo por la noche en Citi Field, Jeurys Familia estuvo listo y quiso decir presente para el inicio de la novena entrada en el Juego 5 de la Serie Mundial, dispuesto extender la temporada por otro día más y llevar a los campeones de la Liga Nacional de regreso a Kansas City para intentar ganar un sexto partido y forzar un séptimo y decisivo duelo de vida o muerte.
En vez de trotar hacia la lomita de Citi Field para como de costumbre empezar la novena entrada mientras sonaba a todo volumen «Danza Kuduro», el hit del artista urbano puertorriqueño Don Omar que siempre acompaña a Familia, el cerrador dominicano pacientemente esperaba por su oportunidad luego de que un guardia de seguridad abriera la puerta del bullpen.
Pero tal como había ocurrido la noche del sábado en el cuarto juego de la serie, Familia entonces recibía la llamada de su dirigente Terry Collins en el medio de la entrada, obligándolo a resolver el desorden que aquellas pirañas, esos Reales de Kansas City, anhelaban sellar de nuevo por segunda noche consecutiva.
Los dioses del béisbol no tenían en mente permitirle la oportunidad para que el cerrador se revindicara tras haber dejado escapar la ventaja en las derrotas que sufrieron en Juego 1 y 4 de la serie.
Esos mismos dioses se unieron al unísono con los 44,859 que gritaban «Harvey, Harvey, Harvey».
Matt Harvey pues influenció a Collins para que lo dejará lanzar otra entrada más tras ocho maravillosos episodios en los cuales había dominado la alineación de Kansas City.
Tras otorgarle un boleto a Lorenzo Cain y un doblete remolcador a Eric Hosmer para acortar el déficit 2-1, Familia trotaba hacia el montículo y como de costumbre acompañado por Don Omar.
Pese a que el quisqueyano de 26 años de edad hizo un buen lanzamiento para que Mike Moustakas bateara una rola a primera, Hosmer pudo avanzar hacia tercer base.
Con conteo de 1-0 ante el venezolano Salvador Pérez, Familia le tiró un sinker y obtuvo otra rola a la antesala para el segundo out, pero Hosmer se atrevió y salió hacia el plato, llegando salvo tras un mal tiro hecho por el inicialista Lucas Duda, igualando el partido 2-2.
Esa pésima entrada tuvo un efecto dominó, que si demoró un poco, cuando los Reales, en la duodécima entrada, enviaron nueve bateadores a la caja de bateo y apuntaron cinco carreras en ruta a la victoria 7-2 para convertirse en campeones por primera vez desde 1985.
Si bien hubo una gran cantidad de culpa aplicada en varias direcciones tras la tercera victoria que los Mets dejaban escapar tras estar en la delantera luego del octavo inning, Familia de nuevo daba la cara por Duda como lo había hecho por Daniel Murphy tras la derrota del cuarto partido, abrazándolo y dejándole saber que todo estaba bien.
«No hay nada de qué quejarse porque (sé que) cada quien que salía al terreno, salía con el deseo de hacerlo bien, de dar lo mejor de cada uno, de ganar el partido», señaló Familia. «Pero son cosas que hay que aceptarlas. Nos sentimos súper bien por el año que cada uno tuvimos».
Familia, el sinnúmero de compañeros y los entrenadores que formaron parte del conjunto unidos por los millones que asistieron a Citi Field a lo largo de 2015 y aquellos que vieron cada uno de los 162 encuentros del torneo fueron los únicos que creyeron que este equipo era capaz de remontar en agosto para arrebatarle la división a los Nacionales y entonces aferrarse al triunfo sobre los Dodgers de Los Ángeles en la Serie Divisional y luego barrer a los Cachorros de Chicago en la Serie de Campeonato.
Cayeron en un quinto partido de una Serie Mundial, en una etapa de la temporada donde nadie pensó que iban estar cuando culminaba los entrenamientos primaverales.
A pesar de que no capturaron su primer campeonato desde 1986, Familia confía que esto apenas es el inicio de un periodo exitoso que la fanaticada y la organización pacientemente había estado esperando desde 2009 cuando abrieron las puertas de Citi Field.
«No es un fracaso», aclaraba Familia. «Es algo que nos da buena dirección para el año que viene ya que (hay) muchos jóvenes aquí y el equipo se fortaleció».
Familia: «perder Serie Mundial no fue un fracaso»
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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