La inferioridad en la representación de las mujeres en la política, la economía y en otras esferas de poder en el mundo es alarmante, según criterio de Susana Malcorra, jefa del Gabinete del Secretario General de Naciones Unidas, quien sí considera que se ha progresado; pero, “mucho menos de lo esperado y menos de lo necesario”; porque, lamentablemente, aún la mujer está lejos de cumplir con los objetivos en todas las áreas, tal y como se estableció hace 20 años en la Plataforma de Acción de Beijing.
República Dominicana es un ejemplo de cómo, aún cuando se tiende a reducir la pobreza en el país y se muestran algunos resultados, son las niñas, adolescentes y mujeres en general las más afectadas por la falta de oportunidades y la deserción escolar que limita las posibilidades de quienes después apenas logran insertarse en el mercado laboral.
Y si bien es cierto que en las universidades dominicanas el número de mujeres matriculadas es superior, un 65%, en relación con los hombres (35%), el trabajo redactado por Amaurys Florenzán en estas mismas páginas muestra que no obstante a este empeño de la población femenina por su preparación académica y desarrollo social, su representación en el plano político partidario e institucional es mínima.
Definitivamente, cuando la mujer aparezca a la par de sus compañeros en los diferentes estamentos del Estado; sean en el Tribunal Superior Electoral (TSE); en la Junta Central Electoral (JCE); en el Poder Legislativo, y en el resto de las organizaciones políticas, hasta entonces no se podrá hablar de esa democracia participativa y equidad de género, por la que tanto se ha luchado.
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