La cumbre del clima de París arranca este lunes 30 de noviembre y, sin duda alguna, se analizan las más trascendentales políticas de adaptación y mitigación, “claves para alcanzar el propósito de no superar en 2100 más de dos grados la temperatura global del planeta”.
Representados 195 países y la Unión Europea, el objetivo de alcanzar finalmente un acuerdo que frene los efectos del cambio climático estará sobre la mesa y el objetivo de buscar un protocolo que sustituya al de Kioto, porque aún la cuenta sigue sin dar y lo más importante de la existencia humana está en riesgo, que es la casa grande donde habitamos todos y todas.
Habrá que ver cuánto entendimiento surgirá de los debates y si los Estados que tienen los fondos económicos se comprometen a sufragar y coadyuvar a que los países más pobres, los más afectados, pero no los únicos, y que a su vez no son, precisamente, los más contaminantes, se vinculen a esta adaptación necesaria e impostergable.
Habrá que asumir medidas que posibiliten cerrar la brecha; seguir muy de cerca el comportamiento de los gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto, por individuos, organización, eventos o producto del Cambio Climático, visto como “el conjunto de grandes y rápidas perturbaciones provocadas en el clima por el aumento observado en los últimos siglos de la temperatura media de la Tierra. Es el problema ambiental más importante al que se enfrenta la humanidad”.
Definitivamente, de vida o muerte se hablará en París y se concluirá lo que se conoce hace mucho tiempo, pero se ignora o se “pasa por encima”, que “más del 95% del calentamiento tiene origen antropogénico, es decir que lo causan las actividades humanas.
París será escenario de esta Cumbre sobre el Cambio Climático y tras 20 años de sucesivos encuentros, esta debe constituir una “cita definitiva de la que se espera salga un compromiso vinculante internacional para la reducción de los gases de efecto invernadero, incluidas las grandes potencias”.
Si se habla de “un antes y un después” en esta lucha por la subsistencia, se sabrá en lo inmediato, porque en verdad, de los fracasos anteriores habla la contami8nación ambiental existente.
Concluyendo con el optimismo de no pensar ya en un mundo mejor, solamente, sino en entregar a las futuras generaciones “un mundo”, profeticemos que las grandes potencias y las pequeñas naciones cerrarán un acuerdo vinculante que hable de salvación y de un mañana.
República Dominicana participa en este histórico encuentro, sin olvidar que es la séptima economía que ha dado a conocer su inventario de gases de efecto invernadero en América Latina.
Los retos de la Cumbre
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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