Resulta que se ha perdido el concepto básico e intrínseco de la convivencia humana, la comunicación, esa que por los siglos de los siglos hizo que la humanidad sobreviviera, aun conociendo las consecuencias de la no comunicación, entendimiento y respeto mutuo, que concluyó en dos terribles guerras mundiales, y bombas atómicas por cuyas secuelas todavía nacen seres deformes.
La inteligencia múltiple de la que hablan los científicos se ha reducido al simple acto de emplear la violencia y matar en primer orden. Todavía la pregunta sigue siendo por qué tantos locos y locas andan con armas, para cuyo uso no están preparados ni autorizados por facultativo alguno.
La República Dominicana, otrora escenario de familias solidarias, con la humanidad como precepto y carta de presentación, hoy se desenvuelve en medio de catastróficas y violentas acciones de criminales, sicariatos, ajustes de cuenta, jueces corrompidos, narcotráfico excesivo y navidades oscurecidas por actos que pesan sobre la sociedad toda.
Se les ha ido de las manos a las autoridades y aquellas máximas de “barrios seguros” y calles y avenidas con patrullajes, han pasado a ser laberintos de inquietudes y desasosiegos que deben tener un final, para que podamos hablar otra vez de esa nación pródiga, digna de tantos habitantes dignos, como así es, que no merecen este clímax de incertidumbres.
Matar, matar, matar…
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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