De muchas maneras la humanidad se acordará este año 2015, y el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, a propósito del Día Internacional del Migrante, este 18 de diciembre, dijo que “será recordado como el año del sufrimiento humano y la tragedia de los migrantes. Más de cinco mil mujeres, hombres y niños perecieron durante los últimos 12 meses mientras buscaban protección y una mejor vida», expresaba en su mensaje por la fecha, establecida en 2000 por la Asamblea General.
Antes, en sus inicios, la ONU había declarado 2015 como el Año Internacional de la Luz e Internacional de los Suelos. Pero, paradójicamente a su nomenclatura, lo que políticos y estudiosos de los ciclos históricos predijeron, acerca de que sería un periodo turbulento y que habría hechos que lo marcarían, se cumplió sin reparos.
El tema migratorio trascendió a fronteras y mares en este periodo, y tuvo a su merced desgarradoras imágenes de menores y adultos ahogados en el intento de alcanzar otras tierras; así como relatos de centenares de mujeres violadas y consternadas por la desaparición de familiares, que conmovieron a la opinión pública.
Al éxodo desde Centroamérica, caracterizado por los más altos índices de homicidio del mundo, especialmente de mujeres, la ONU lo consideró “una crisis de refugiados inminente en las Américas”, debido a la violencia perpetrada por los grupos delictivos transnacionales en El Salvador, Guatemala, Honduras y México.
“Decenas de miles de seres humanos fueron víctimas de explotación y abuso por las redes de traficantes, y millones engrosaron las listas de los afectados por las políticas xenofóbicas y la retórica alarmista”.
Si bien Asimismo, Ban Ki-moon invitó a lidiar con el fenómeno “desde sus causas raigales y a potenciar la cooperación entre los países de origen, tránsito y destino”, la fecha, en sí misma, marca, más que una conmemoración, una efemérides de luto y reflexión de tristeza en el mundo.
De migraciones y el año, hablemos
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