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De mi bitácora

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La navidad invita al abrazo fraterno, aceptación en hermandad. Abrimos y entramos en la bitácora de las neuronas. Desde julio 15 de 1950 al 18 de octubre de 1953 estuve junto a mi maestro de la mar océano, Capitán John Pércival. Lo aprendido con su enseñanza y ejemplo del deber cumplido ha sido la bendición. Cuando fui trasladado para dar instrucción de marinería a los grumetes en la base naval de las Calderas, mi capitán me miró como un padre amoroso con estas palabras: González, no olvides, el mar se respeta. Pero no tenerle miedo. La costumbre de meditar cuando lo escuchaba, recordé al comediante inglés Charles Chaplin: la vida es maravillosa, si no le tienes miedo.
 
El 3 de julio de 1964, en Santo Cerro, La Vega, durante el cursillo cristiandad número 15, el sacerdote Euribiades Concepción me presentó a Cristo. Cristo tú nos eres necesario para entrar en comunión con Dios Padre, para ser contigo único hijo, en sus hijos adoptivos y ser regenerados en el Espíritu Santo. Eres nuestro redentor para descubrir nuestra miseria y curarla. Para encontrar las razones verdaderas de la fraternidad entre los hombres. Así nos evangelizaba nuestro ilustre sacerdote Euribiades.
Lo que nos queda del tránsito terrenal lo disfruto en familia. Si educamos en las leyes de la creación, el amor es la antorcha de la vida fructífera, la sociedad será un manantial de hermandad. Nada de engaños, solo en Dios se vive en familia. Ahí está todo lo superior: el amor de entrega a los demás, pura armonía.
 
Papá amaba tocar el saxofón tenor y el clarinete y nos decía: “Si una nota no da alegría, menos será sin amigos”. Cuando vivimos haciendo todo con amor, la vida es ligera, armoniosa, cimientos del bienestar social.
 
Cuando iba de vacaciones al ingenio azucarero Angelina, donde mi abuela materna Anita, conocí al verdadero guardián de la madre naturaleza, mi tío Guarocuya, quien tenía en el patio un conuco, amando la tierra esta respondía con sus frutos. La vida es placentera, armoniosa, cuando construimos un puente con la naturaleza y los hombres. Dando y olvidando. Recibiendo sin olvidar.
 
En la mar pensaba que no había nada  más conmovedor observando el orto y el ocaso. Estaba equivocado, lo más conmovedor, hermoso, dramático y humano ha sido, animar, secar el rostro de mi esposa Marta cuando nacía nuestra hija Martica. A las dos horas fui a Macorís, mi madre estaba en el jardín, la abracé lloroso y le dije que estuve junto a Marta durante el parto. He vivido lo que tú pasaste por mí. Sonriendo me dijo: los hombres si son tontos, no es dolor, el un nuevo amor que nace.
 
La larga travesía me dice que Euripides estaba en lo cierto al decir: “La vida es lucha”. La vida es la ruta de la realización del que se conoce a sí mismo, se entrega en amistad con los demás. Un día sin lucha es estar diferente, muerto respirando.
 
Estoy viviendo dos veces. Recordando lo vivido en alegría y lo del presente en la cada orto más atrayente. Amando la Ley del Desapego, al no tener nada, no necesito nada. Es riqueza espiritual. ¡Oh Dios! Parece estar de acuerdo con Martín Lutero, quien escribió: “La riqueza es el más mezquino y pequeño don de este mundo”.
 
Amados lectores Dios los bendiga con la fe de un 2016 de que como dominicanos en nuestra historia, no es sueño, el tiempo llegará, la vida será distinta. No estamos solos ni huérfanos, somos hijos del amor de Dios, como dijo el filósofo Epícteto, invitando a Aristóteles nos conforta. “Tota tarea que eleve a la hermandad es digna”.

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