El humor permite reírse de sí mismo, es un rasgo característico de una vida sana.
Andrés Morey afable amigo del solar macorisano, después de un divertido partido de tennis, nos hizo reír de nosotros los serie 23, con esta narración: Lulú el simpático lustrador de zapatos, sentado en su banquito en la esquina del parque, acariciaba su tranquilo perrito en espera de un cliente. Este cocolo como los barberos era un sabelotodo y muy buen entretenedor con sus cuentos y chistes del acontecer petromacorisano.
Cuando Lulú concluyó sus años, el perrito solitario y hambriento seguía en el mismo sitio. Una noche brincó y entró a una guagua que viajaba a la capital. El perrito despertó cuando la guagua corría. Al llegar frente al parque Independencia, el perrito salió y comenzó a caminar por la avenida Bolívar. Al llegar a una esquina lo atrae un olor a carne. Apura y ve un perro grande en una marquesina saboreando un hueso. El perrito se acerca y le pregunta ¿Amiguito cómo se llama este lugar? El perro con mirada serena le contesta Gazcue. El hueso queda libre y el perrito lo agarra y sale corriendo, dobla a la izquierda frente al Palacio Nacional. El perro burlado lo observa corriendo, va en sus pasos y el olfato lo lleva debajo de un carro Volkwagen donde el perrito gozoso está acabando con el sabroso hueso de jamón. El perrito calculó que el perro grande no cabía debajo del pequeño carro.
El perro lo mira y le pregunta ¿Amiguito de dónde tú eres? El perrito aprieta entre sus dientes el hueso y sin abril la boca, le contesta con lentitud: serie 23.
El perro grande le dice ganaste, eres muy inteligente, mereces el hueso.
* El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana
Meditabundo: El perro serie 23
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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