Ser egoísta, qué expresión tan llena de connotaciones negativas. Ser egoísta no es algo bueno, provoca que los demás te miren mal, con odio.
Ser egoísta significa que no sabes compartir, que solo piensas en ti, que solo tú te crees importante en este mundo.
Nos han enseñado a no ser egoístas, pero esto nos ha llevado al otro extremo, a darlo excesivamente todo de nosotros. Los extremos nunca son buenos, por eso debemos buscar el equilibrio entre la generosidad y el egoísmo, porque tú sí eres importante y debes aprender a cuidar de ti mismo.
Primera persona: yo
Quizás te hayas encontrado en la situación de decir “aquí se acabó, ahora voy a ser egoísta, voy a pensar en mí”. Esto ocurre cuando llevamos mucho tiempo pensando en los demás, viviendo para los demás, olvidándonos de nosotros mismos.
Seguramente te sientes mal si pronuncias la palabra “no”, si no estás ahí siempre que alguien te necesita… Es probable que te sientas culpable cuando realmente no deberías de sentir culpa alguna.
Esto debe cambiar, debes aprender a ser egoísta.
¿Has notado cómo el resto de personas no se siente culpable mientras tú sí? ¿Quizá has percibido cómo alguien se aprovechaba de tu bondad? Ser generosos y poner a los demás en primer lugar, en vez de a nosotros mismos, puede provocar que los demás nos manipulen para tenernos ahí siempre que nos necesiten.
Debes empezar a pensar en ti, porque tú eres importante. No tienes por qué sacrificarte siempre por los demás. El egoísmo no es negativo, pues en este caso está justificado. ¿Darlo todo te hace feliz o provoca que te hagan más daño?
Me acepto y me respeto
Si tú no te aceptas ni te respetas, ¿crees que los demás lo harán? Tienes tantas cosas por las que debes preocuparte antes que por los demás. Está claro que ser generosos nos hace sentir bien, pero llega a un punto en la que tu vida es la de los demás.
Ya no sabes ni quien eres, tu felicidad depende del resto. Intentas complacer a todos porque no soportas una mala cara. Incluso, en ocasiones, caemos en una dependencia cuya felicidad no es real, sino ficticia.
Respétate y acéptate, porque la felicidad reside en ti.
Cuando sepas aceptarte y respetarte, observarás que no necesitas estar siempre preocupándote de los demás. Tú tienes tu propia vida y es normal que intentes ayudar al resto de personas.
Pero, todo el mundo va a tener sus propios problemas y, aunque suene duro, tienen que vivirlos.
No te puedes perder: Los 5 principios del desapego para nuestra salud emocional
Los problemas nos hacen más fuertes, nos llenan de experiencias. Piensa en las personas que están en tu vida, ¿hacen lo mismo por ti que tú por ellas? Quizás te estés dando demasiado a los demás.
Es importante que pienses también un poco en ti.
Si das, mereces recibir
En nuestra mente tenemos plasmado el concepto de dar y dar, pero nunca recibir. Esto es correcto, en el sentido de que, si ofrecemos nuestra ayuda o queremos hacer una buena obra, no tenemos porqué esperar siempre recompensa alguna.
amor-propio
No obstante, ese “recibir” puede venir de una manera algo diferente. Es decir, nosotros podemos darnos a los demás, pero tarde o temprano tenemos que darnos permiso para pensar en nosotros mismos.
Debemos ponernos en primer lugar, debemos ser algo egoístas y pensar antes en nosotros que en los demás.
Para muchas personas esto es inadmisible pero, cuando estás tan dispuesto hacia los demás, como bien hemos dicho, puede aparecer la manipulación. Piensa que las personas, si saben que te tienen ahí para ellos, pueden “abusar” de alguna u otra manera.
No puedes irte sin leer Solo hay un amor que es para siempre: el amor propio
Si te has encontrado en la situación de necesitar ser egoísta, realmente no lo estás siendo. Te estás dando permiso para pensar en ti antes que en el resto, porque ya has dado demasiado.
Tú también eres importante, tienes que respetarte y quererte.
Si tú no te brindas importancia nadie lo hará, si no te preocupas por ti mismo nadie lo hará por ti.
Es el momento de que, si alguien te llama egoísta, digas “sí, pero soy egoísta porque me respeto y me valoro, y hoy pensaré en mí antes que en los demás, porque yo también me lo merezco“.
