Con razón subrayan los textos que “la vida en la tierra no es posible sin sal”, mineral compuesto principalmente por los dos elementos, sodio y cloruro. También se le conoce como el “sabor del mundo”, o hálito, que significa “aliento o aire”. Y existen decenas de leyendas, contadas de generación, una de las cuales habla del rey que desheredó a su hija, la princesa, por comparar su amor con la sal, y en represalia ordenó echar al mar toda la existente en su reino. El resultado fue desastroso, enfermaron en grupos y solo pudo detener la catástrofe una vieja curandera que había desobedecido y guardado un poco del preciado grano. Así se salvó hasta el mismo monarca.
El caso es que el consumo del cloruro de sodio es imprescindible; pero indispensable también es, como ha advertido el Ministerio de Salud a la ciudadanía que se balancee bien el consumo de ese condimento que, tal y como advierten, junto a una baja ingesta de potasio aumenta la probabilidad de sufrir hipertensión y consecuentemente, el riesgo de enfermedades del corazón como infarto, accidentes cerebros vasculares, enfermedades renales y diabetes.
Aprender y concientizarnos forma parte de las actividades que tendrán lugar en esta “Semana Mundial por la Sensibilización sobre el Consumo de Sal”, y siempre hablamos de no encerrar en círculos las efemérides o celebraciones, como esta que se circunscribe desde el 29 de febrero al 6 de marzo; que esta persuasión y enseñanza quede para siempre en nuestras memorias, con la convicción de que, si logramos el balance necesario, nuestra salud estará en el sitio ideado y eso no puede compararse con nada en el mundo.
¡Oh, la sal!
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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