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A Magaly Pineda

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Siempre que hay una pérdida de un ser extraordinario como lo ha sido y es Magaly Pineda, vienen a la mente los versos de Gustavo Adolfo Bécquer: “Que solos se quedan Los Muertos” y entonces acude esa reflexión inequívoca, de no creer que son ellos los que perpetúan su soledad, sino quienes les sobrevivimos y no soportamos tan grande ausencia.
 
Si otra de sus compañeras de luchas, la cubana- dominicana Mirta Rodríguez Calderón, estuviese en el país, sabría que se le ha ido esa otra ala con la que vuelan las aves fuertes. Y no es verdad que a Magaly Pineda la venciera la enfermedad que come huesos, células, tejidos y todo cuanto halla a su paso. El cáncer debió enfrentar una contendiente de grandes ligas, que estudiaba su padecimiento, un mieloma múltiple para el que aún no existe cura, y proponía, ella misma, posibles tratamientos, individuales y colectivos.
 
Soportó años, lustros, decenios. Y mientras lideraba y enfrentaba dolores desgarradores, seguía su lucha por las sendas que como feminista, socióloga e investigadora le imponía su afán por lograr que se cumplieran los derechos de la mujer en esta nación y en la Patria grande que es la América nuestra.
 
Será para su compañero de luchas y de la vida,  Rafael (Fafa) Taveras, un golpe demoledor esta ida, pues si alguien admiró y resaltó su temple y fortaleza espiritual fue este dirigente revolucionario con quien estuvo unida medio siglo de su pródiga existencia.
 
Muchas batallas, agotadoras y extraordinarias entrelazan la historia de esta dominicana que hoy cierra sus ojos al mundo y deja tras sí leyendas, historias, pródigos periodos como este en que ejerció la dirección del Centro de Investigación para la Acción Femenina (Cipaf), senda de continuidad provechosa que habrá que seguir, por la superación de la brecha digital desde una perspectiva de género, y el aumento del acceso de las mujeres a los beneficios de las tecnologías de la información, por solo nombrar algunas de esas estrategias y tácticas que esgrimió con fortaleza única Magaly Pineda.
 
“¡No sé; pero hay algo que explicar no puedo, que al par nos infunde repugnancia y duelo, al dejar tan tristes, tan solos los muertos!”, dijo Bécquer, y lo real es repetir: qué tristes, muy tristes, quedamos quienes sobrevivimos a su tiempo…

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