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¿Por qué los momentos de cambio generan estrés? Seis puntos clave

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La velocidad de la vida moderna ha permitido tener una idea de que una de las pocas constantes en la existencia es, extrañamente, el cambio. Mudanzas físicas, diversos trabajos, intercambio de roles. Las personas pasan siempre dándole un giro a la cotidianeidad.
 
Por eso es que cuando los cambios llegan a alterar las bases de estabilidad, generan  estrés tanto si se trata de eventos esperados y positivos, como la llegada de un hijo o un cambio en el trabajo, o de otros más perturbadores, como la pérdida de un ser querido, el final de una relación o una enfermedad grave.
 
Existe consenso entre los especialistas en que las personas cuentan con recursos para mantener la calma y controlar las presiones.  El punto es ponerlos en práctica.
 
Lograr el trabajo anhelado, pero pensar en cómo relacionarse con las nuevas autoridades y los compañeros puede poner los nervios de punta.  Quizás un cambio de ciudad y dejar atrás el mundo conocido hasta ese momento y enfrentarse a un entorno totalmente nuevo llena de temor.  Incluso los cambios que convienen y se han buscado puede alterar y generar estrés.

Hay consenso en seis aspectos clave para este tipo de casos:
1.  Mantener una actitud positiva.  Superar exitosamente los retos de la vida es en gran parte, cuestión de actitud.  Considerar la situación como algo transitorio que también pasará. ¿Cuántas dificultades se enfrentan y superan en el pasado?  Se debe sacar la fortaleza de ellas para saber que independientemente de lo que traiga el mañana, será para beneficio y crecimiento personal.
 
2.  Expresar los sentimientos por escrito.  El simple hecho de ordenar y escribir los pensamientos, inquietudes, esperanzas y temores propios coloca en una situación de control. Es bueno también hacer una lista de tus metas y tus preocupaciones. Anotar posibles soluciones, así como pasos específicos que se deben tomar ya sea que se esté planeando mudar o que se esté pasando por un divorcio.
 
3.  Dar el primer paso.  Aprovechar la lista hecha y eligir una tarea posible de realizar. Quizás sea la más sencilla e inmediata, pero -una vez completada- dará fuerza, tranquilidad y mejorará el nivel de estrés.  En cuanto se pueda, dar un segundo paso y luego un tercero.  Si es necesario, hacer una pausa entre uno y otro, pero no dejar que el temor y el estrés inmovilicen. La idea es subrayar que se tiene el control de la situación.
 
4.  Apoyarse en los demás.  Todos necesitamos un grupo de apoyo, ya sea la familia o los amigos, especialmente en momentos de crisis. Quizás puedan darte una mano si estás enfermo(a),  ofrecerte un buen consejo, o simplemente, brindarte apoyo moral.  No subestimes el valor del amor, la comprensión y los consejos de las personas que te quieren y te estiman.
 
5.  Cuidar la salud.  No permitir que la angustia y la ansiedad roben el tiempo que se debería dedicar al bienestar físico y mental. Mientras más difícil sea la situación por la que se atraviesa, más esfuerzo requiere de parte propia.  Por ese motivo se debe cuidar la alimentación, el descanso y dedicar un tiempo a la actividad física que, además, ayudará a controlar el estrés.
 
6.  Alimentar la vida espiritual.  Las creencias y valores ofrecen instancias de calma y la energía para superar éste y cualquier otro obstáculo que se presente. Un tiempo para meditar, orar o -simplemente- reconectarse con uno mismo es el perfecto antídoto contra el estrés.
 
No hay que desanimarse.  Es muy posible que lo que hoy parece un problema inmenso, deje de tener tanta importancia en el transcurso de unos días. Lo seguro es que eso también pasará.  Sin embargo, si la situación agobia demasiado y el exceso de estrés impide funcionar normalmente, la consulta a un médico es esencial: se debe buscar ayuda profesional.

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