Miguel de Cervantes Saavedra dijo: «La pluma es lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos.»
En uno de los volúmenes de sus memorias, el escritor húngaro Sándor Marai, también retrata al periodismo y señala que se trata de “un temperamento, una actitud ante el presente, una disposición del carácter con respecto a los hechos del mundo”.
Para Bruce Chatwin, el título del libro: Anatomía de la inquietud,
define este legendario oficio: “Ellos son más inquietud que anatomía (porque los huesos pesan, y con hueso se viaja más despacio), pertenecen al gremio de los ajetreados, de los infatigables. Los curiosos y preguntones por antonomasia, los hipertensos, con más pulsaciones por minuto que el resto de los mortales”.
Agrega Chatwin: “Hay que tener paciencia con ellos. No hay que pedirles demasiada concentración en las charlas sin rumbo que se establecen durante las reuniones de amigos, porque ellos suelen permanecer ausentes, abstraídos en su nube, que está hecha de problemas de maquetación, de la noticia de última hora, del cierre del periódico: sus criaturas permanentes, las niñas de sus ojos”.
Entonces resume algo que en este y todos los días de la vida se debe recordar: “Sus quejas (las de los periodistas) tienen fundamento: trabajan demasiado, por demasiado poco. Y aunque a menudo tienen el poder momentáneo de su tribuna, el poder, que es una mala novia, sólo los quiere, sucesivamente, durante los momentos en que puede servirse de ellos”.
Aquí y allá, “las empresas que los contratan, maquinarias engrasadas de ganar dinero, los exprimen…Tienen mala reputación entre los intelectuales… Por si todo ello fuera poco, ahora -como siempre ha sucedido, pero todavía más-, en muchos lugares del mundo los persiguen, los amenazan, los encarcelan, los tirotean, los asesinan.
“A cambio de todo eso, ellos nos ofrecen el milagro diario de los periódicos, que constituyen un mundo dentro del mundo, un casi inabarcable cúmulo de información, opiniones, análisis y entretenimiento.
“Nos ofrecen algo imprescindible: un efímera, pero sólida, mirada sobre lo efímero. Por eso algunos, con orgullo, celebramos la existencia de esas anomalías temperamentales llamadas periodistas”.
Anomalías temperamentales llamadas periodistas
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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