Cada año pasan por el quirófano en España alrededor de seis millones de personas, y, de ellas, el 40% (2,4 millones) sufre un dolor posoperatorio. Con estos datos, Luis Miguel Torres, presidente de la Asociación Andaluza del Dolor, justificó el pasado jueves, durante un congreso médico celebrado en Madrid, la necesidad de ampliar al arsenal terapéutico disponible en las 48 o 72 horas siguientes a una cirugía. Miguel Ángel Calleja, presidente de la Sociedad española de Farmacia Hospitalaria, redundó: «El dolor es un problema de salud que no está totalmente resuelto».
Curiosamente, de los productos más frecuentes en los botiquines caseros, hay uno, el antiinflamatorio ibuprofeno, que no se podía usar en los hospitales en estos pacientes, cuando tiene una «alta potencia para reducir el dolor, la inflamación y la fiebre». El motivo: que hay que tomarlo por vía oral, en pastillas. Y en una persona que se va a operar o está recién operada, eso no es recomendable, y, muchas veces (personas en situación de trauma, con problemas para tragar, niños) ni siquiera es posible. por eso los médicos presentaron como un éxito un cambio que parece menor: la aprobación de una formulación del ibuprofeno de uso por vía intravenosa. Que además, recalcó Torres, es de fabricación española.
El medicamento se usa en EE UU desde 2009. También se ha probado en más de mil personas, dijo Calleja. En muchos casos, los de dolor medio, se prescribió combinado con opioides, y el resultado fue que se podía bajar de media en un 20% o 30% la dosis de estos fármacos, con lo que se reducían sus efectos adversos.
«Los opiáceos son la principal alternativa» actualmente en estos casos, dijo Torres, pero a las dosis que se utilizan puede tener importantes complicaciones adversas, como que las personas mayores se caigan. Además, la vía inyectable hace que su efecto sea mucho más rápido (el efecto puede empezar a los 10 minutos, frente a los 40 que tarda en actuar la pastilla), y la biodisponibilidad (la cantidad de principio activo que entra en el cuerpo) es del 100%, ya que va directo a la sangre y no depende de la absorción por el sistema digestivo.
Su uso, afirma el presidente de la Asociación Andaluza del Dolor, también ahorrará, porque permitirá que los pacientes dejen antes el hospital. Y luego, se les puede pasar a la forma oral (la pastilla), dando una continuidad asistencial. Torres fue aún más vehemente que Calleja, y mencionó reducciones desde los 50 miligramos al día de morfina hasta los 15 miligramos (un 70% menos), con los que no habría «apenas efectos secundarios».
Respecto a las complicaciones, Calleja destacó que, al contrario que el uso de ibuprofeno en grandes cantidades durante mucho tiempo, esta forma de administración intravenosa no produce gastrotoxicidad, y no requiere ajustar dosis por miedo a que empeore el daño hepático o renal en personas ya afectadas. «Debemos llegar al hospital sin dolor», sentenció.
2,4 millones de personas sufren dolor posoperatorio cada año
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