«Si alguien escucha, que grite», proclaman los grupos socorristas en Ecuador, cuyo territorio fue afectado por el terremoto de 7,8 grados, este 16 de abril, y que hasta el momento de la redacción de estas líneas ha dejado 443 fallecidos, 4.027 heridos y 231 desaparecidos, tal y como lo confirma el ministro de Defensa, Ricardo Patiño.
Son 72 horas terribles y decisivas, en las cuales hurgar e intentar hallar en lo profundo de los escombros sobrevivientes del potente temblor telúrico se torna casi mecánico. Los medios narran y describen las búsquedas de cualquier señal de vida en calles que huelen a muerte.
Un sismo de 7,8 grados es inenarrable. Se habla del envío diario de raciones de alimentos para abastecer a más de 150.000 personas.
El presidente Rafael Correa dispuso la elaboración de un plan de reactivación productiva y económica para la zona y se intenta, además, asumir medidas que acerquen algo de la normalidad; a esto se agrega la activación de líneas de crédito de contingencia por 600 millones de dólares con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Corporación Andina de Fomento (CAF) y Banco Mundial.
Esto y más se hace en la hermana nación; pero, más allá de habilitar farmacias y abastecer a la ciudadanía con productos vitales, el pueblo ecuatoriano sufre, por lo que la tierra se tragó, por los que aún sueñan con encontrar y sobre todo, sueñan con que este tiempo pase y la tristeza y desolación bajen el nivel de desconcierto.
Junto a ustedes, hermanos y hermanas de Ecuador, sientan nuestros sentimientos junto a los suyos.
Solidaridad con Ecuador
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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