Como en algunas pesadillas, la crisis griega repite una y otra vez la misma secuencia. Llega la hora de examinar el cumplimiento de las condiciones del rescate y los acreedores exigen ajustes adicionales para liberar fondos ante el peligro de que Atenas se quede sin blanca. El Eurogrupo impuso este viernes sus condiciones: se sabía que Grecia debe acometer ajustes por importe del 3% del PIB para cumplir los objetivos fiscales (casi 5.300 millones de euros), pero los acreedores quieren también que Atenas legisle medidas preventivas, que se activen solo si se incumplen los objetivos, por importe de un 2% del PIB adicional (3.500 millones).
En total son 8.800 millones para liberar fondos —ante la posibilidad de que el Ejecutivo griego tenga problemas para acometer un pago de 3.500 millones al BCE— y sobre todo para empezar a hablar de la prometida reestructuración de la deuda.
El Ejecutivo de Alexis Tsipras tiene prácticamente lista una reforma fiscal y otra reforma de pensiones, que este viernes envió al Parlamento griego. Pero tiene que terminar de aquilatar esos ajustes —que incluyen una vuelta de tuerca en lo relativo a las pensiones, la puesta en marcha del polémico fondo de privatizaciones, o un recorte del gasto en defensa— y preparar un colchón por si es incapaz de alcanzar un superávit del 3,5% del PIB en 2018.
Diferencias Bruselas-FMI
Atenas y la Comisión Europea consideraban hasta ahora que las cifras fiscales de 2015 —mejores de lo esperado— demuestran que Grecia no necesita recortes adicionales. El FMI discrepaba de ese análisis, y finalmente se ha llevado el gato al agua. La diferencia asciende a más de 2.000 millones de euros, y de ahí que los ministros de Finanzas reclamaran este viernes a Grecia esas medidas preventivas. Si en los próximos días Grecia hace ese último esfuerzo, el Eurogrupo se reunirá de nuevo el próximo jueves para sellar un acuerdo político y empezar a debatir la reestructuración de deuda. Sin embargo, el lío no ha terminado: el ministro griego Euclides Tsakalotos, avanzó que las leyes griegas impiden aprobar medidas preventivas como las que quiere la antigua troika.
Las discrepancias entre el FMI y el resto de la antigua troika se han puesto en evidencia en las últimas semanas, aunque la jefa del FMI, Christine Lagarde, cedió en un asunto fundamental. El Fondo quería hasta ahora una quita de la deuda para seguir formando parte del rescate. “Sería suficiente con una reestructuración de plazos y periodos de gracia de la deuda”, apunta ahora Lagarde.