• Print
close

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Facebook
Facebook
Youtube
Instagram

Desde Playa Girón, la tarde del 19 de abril de 1961 —65 horas y media después del inicio de la invasión mercenaria—, el Comandante en Jefe, rubricó el cuarto y último parte de guerra en el cual, entre otras cuestiones, informaba que: “El enemigo ha sufrido una aplastante de­rrota. Una parte de los mercenarios trató de reembarcarse al extranjero en diversas em­barcaciones que fueron hundidas por la Fuer­za Aérea Rebelde. El resto de las fuerzas mercenarias, después de sufrir numerosas bajas de muertos y heridos, se dispersó completamente en una región pantanosa donde ninguno tiene escapatoria posible”. 1
 
A partir de ese momento, las fuerzas revolucionarias centraron sus esfuerzos en la captura de los mercenarios que, en desbandada, trataban de huir por todas las vías. Unos intentando reembarcarse, otros escondiéndose en los ma­torrales costeros o adentrándose en los inhóspitos pantanos de la Ciénaga de Zapata. De na­da valieron sus ardides, aproximadamen­te 1 200 invasores fueron apresados.
 
DURANTE LA PRIMERA SEMANA DESPUÉS DE LA VICTORIA…
 
Como es tradicional en la historia de la Re­volución, los prisioneros fueron alimentados, los heridos curados y todos recibieron un trato respetuoso. Posteriormente, la mayoría fue trasladada hacia la capital cubana y alojada en el hospital naval que se encontraba en construcción.
 
Entre los días del 21 al 25 de abril, los cubanos vieron y escucharon las respuestas de los prisioneros a un panel conformado por conocidos periodistas. Desde el teatro de la CTC, las emisoras de radio y televisión transmitían en vivo. Al siguiente día, en el periódico Revo­lu­ción, era publicado el texto íntegro de esas de­claraciones.
 
El 23 de abril, en un programa especial de la Universidad Popular, Fidel se dirigió al pueblo para dar información detallada de los antecedentes de la invasión, del desarrollo de los acontecimientos que concluyeron con la victoria de las fuerzas revolucionarias, así como los datos sobre el costo humano conocido has­ta ese momento.
 
En Estados Unidos, el 24 de abril, los me­dios de difusión dieron a conocer que John F. Kennedy había asumido toda la responsabilidad por los hechos que condujeron al fracaso de la invasión a Cuba. El secretario de prensa, Pierre Salinger, hizo público un comunicado que en una de sus partes decía: “el presidente Kennedy desde un comienzo ha manifestado que asume plena responsabilidad por los he­chos de estos últimos días”. […] El parte oficial constituye la culminación de un día de recriminaciones en el Senado y la Cámara de Re­presentantes iniciadas ayer por declaraciones del secretario de Interior, S. L. Udall, quien in­sinuó que “la responsabilidad inicial del fra­ca­so es del Gobierno anterior, de Dwight D. Eisenhower. 2
 
Tan pronto el presidente reconoció su responsabilidad ante el hecho que tanto había ne­gado, la prensa norteamericana empezó a publicar informaciones sobre cómo se había ges­tado la invasión en Estados Unidos. Mu­chas de esas informaciones señalaban como responsables directos del fracaso a la CIA y al Gobierno yanqui.
 
Mientras tanto, el presidente Osvaldo Dor­ticós recibía una carta de José A. Mora Otero, Se­cretario General de la Organización de Es­tados Americanos (OEA), que decía en una de sus partes:
 
“Ante las informaciones que recibo como ciudadano de un país de América que ha sido llamado a desempeñar el cargo de Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, movido por sentimientos humanitarios, con el mayor respeto por la soberanía de los Estados y el Principio de No Inter­ven­ción, hago un llamado a Vuestra Excelencia pa­­ra que el tratamiento de presos y heridos como consecuencia de los acontecimientos ocurridos se ajuste a las normas humanitarias consignadas en los Acuerdos y Convenciones Internacionales vigentes”. 3
 
En respuesta al Secretario General de la OEA, el presidente Dorticós le asegura que el Gobierno Revolucionario de Cuba no ha violado ni violará jamás esas normas humanitarias y aprovecha la ocasión para hacer un llamado a “sus sentimientos humanitarios” y a sus responsabilidades, para pedirle que, como secretario general de la OEA, se preocupe por la criminal agresión armada contra Cuba “de la cual es responsable máximo un Estado miembro de esa organización en la seguridad de que esos sentimientos humanitarios no solo de­ben estar alertados en favor de los prisioneros de guerra invasores de nuestra patria sino también por los cientos de cubanos heridos y muertos por defender la soberanía de Cuba y la Patria”. 4
 
En esa réplica de Dorticós le informa que los prisioneros invasores están siendo obje­to de excelente tratamiento por el Gobierno Re­volucionario de Cuba, lo cual ellos han confirmado en públicas declaraciones a la prensa. Además, le precisa que espera se di­rija igualmente al presidente Kennedy, como lo ha he­cho con él, pidiéndole que el Go­bier­no de Es­tados Unidos no organice nuevas in­va­sio­nes a Cuba. Dorticós termina afirmando: “El Gbno. cubano garantiza a usted el más estricto ajuste a las normas humanitarias pe­ro también la más aguerrida defensa de la pa­tria cubana ante cualquier agresión ar­­­ma­da”. 5
 
DIÁLOGO CON LOS VENCIDOS
 
En la Ciudad Deportiva de La Habana, el 26 de abril, Fidel dio una muestra de democracia sin límites, al reunirse con los mercenarios cap­turados en Playa Girón. Hecho sin precedente hasta nuestros días, pues han sido los primeros prisioneros del mundo que, en su totalidad, tuvieron el privilegio de discutir con el jefe del gobierno que intentaron derrocar.
 
En el diálogo con los vencidos, transmitido en vivo por la radio y la televisión cubanas, Fidel no solo hizo preguntas a los prisioneros y respondió a sus interrogantes sobre las re­formas agraria y urbana, el régimen de propiedad privada, la nacionalización, la industrialización, la discriminación racial y el papel del Estado bajo la Revolución. Todo quedó esclarecido, hasta el punto que al concluir el intercambio muchos prisioneros ovacionaron a Fidel y hubo hasta quien pidió la oportunidad de defender a Cuba contra las agresiones de los Estados Unidos.
 
Aunque el pueblo, indignado ante la muerte de más de un centenar de personas y los grandes daños materiales ocasionados por la invasión, pedía la aplicación de las máximas sanciones para los invasores que habían hollado el suelo patrio bajo las órdenes de la gran potencia extranjera, ese día Fidel invocó la ge­nerosidad del pueblo cubano para que nadie se dejase arrastrar por la ira y el dolor, cuando dijo:
 
“Hemos invertido nuestra energía y nuestro tiempo para explicar estas cosas. Y para em­pezar a explicarles al pueblo cómo entendemos nosotros este problema, cómo creemos nosotros que la sanción no debe ser la sanción que la inmensa mayoría del pueblo desea en este momento, cómo entendemos que la gran victoria del pueblo no debe ser empequeñe­cida por el exceso, o por aplicar una medida dura para todos, como la quiere el pueblo”. 6
 
LOS PUEBLOS VICTORIOSOS SON PUEBLOS GENEROSOS
 
Pocos días después, en la Plaza Cívica —hoy Plaza de la Revolución—, el 1ro. de Mayo, an­te el pueblo enardecido que pedía la aplicación de la pena máxima para los mercenarios Fidel reiteró su llamado a la reflexión y generosidad de los cubanos:
 
“Los pueblos victoriosos son pueblos generosos. Y por eso nosotros planteamos que nuestro pueblo debía tener en cuenta esto, que nuestro pueblo no debía empañar ni em­pequeñecer su victoria con una sanción severa, masiva, contra todos”. 7
 
El trato ejemplar y ética de los revolucionarios, fue reconocido por muchos de los prisioneros en sus declaraciones. Muestra de ello es la carta personal que José Alfredo Pérez San Román, jefe de la brigada invasora, escribiera a su esposa, el 3 de mayo de 1961, que en una parte dice:
 
“Estoy prisionero desde el día 25 por la no­che, fecha en que fui sorprendido y capturado en los montes de la Ciénaga, en compañía de otro compañero. Desde entonces he recibido en mi propia persona, el ejemplo más in­men­so en la historia de la guerra sobre cortesía, caballerosidad y atenciones en el trato de prisioneros.
 
“Es tan grande este ejemplo y lo consigue el vencedor de una manera tan pareja y admirable a través de toda su cadena de mando, des­de el máximo jefe hasta el último soldado o miliciano, sin la más mínima excepción, cualquiera que sea su educación, su unidad, sus medios de vida, que parece increíble aun para nosotros que lo estamos viviendo. ¿Imaginas que clase de disciplina y respeto al que ordena tiene que existir para que, cosa tan difícil, sea conseguida de una manera tan exacta en tropas tan enormemente numerosas, aún después que tantas vidas de sus compañeros costaron nuestras acciones? Es tan sublime este comportamiento de vencedor humilde que, aunque seamos fusilados, moriremos agradeciendo la consideración y el respecto con que nos han tratado”. 8
 
COMIENZA LA BATALLA POR LA INDEMNIZACIÓN
 
El 17 de mayo de 1961, mientras se festejaba el Día del Campesino y el segundo aniversario de la Ley de la Reforma Agraria —en la clausura de la Primera Plenaria Nacional de la ANAP—, el Comandante en Jefe sorprendió a la opinión pública, al gobierno norteamericano, y especialmente al presidente Kennedy, cuando expresó la disposición del Gobierno Revolucionario de liberar a los prisioneros si Estados Unidos pagaba a Cuba una indemnización de guerra por los daños materiales causados al país.
“Si Kennedy dice que son sus amigos, si Kennedy reconoce que los embarcó —si ellos dicen también que los embarcaron—, si el Pentágono, la Central de Inteligencia, todos esos los embarcaron en esta aventura y los quieren tanto, pues ¡muy bien! ¡Qué manden 500 ‘bulldozers’ y se los devolvemos para allá! De alguna manera tienen que resarcir a la República del daño que le han hecho”. 9
 
Se iniciaba así una batalla política en la que brilló la estrategia de Fidel para lograr lo que hemos dado en llamar “la segunda victoria de Girón”.

No Comments

Leave a reply

Post your comment
Enter your name
Your e-mail address

Story Page