Barcelona.- El FC Barcelona disfruta, sigue disfrutando, de la época más feliz de su historia. Si el Real Madrid, que puede conquistar en Milán la Champions, fue considerado el mejor club del siglo XX, el Barça le ha tomado el relevo en lo que va del siglo XXI.
Ganador de seis títulos de Liga en las ocho últimas temporadas, el club azulgrana ha levantado el trofeo en ocho de las 16 disputadas este siglo, además de trasladar su dominio al mundo con sus cuatro victorias en la Champions y sus tres Mundiales de clubes.
El mando del Barça en el universo actual del futbol se escribe a partir de las cuatro Champions ganadas desde 2006 o en el hecho que solamente en dos ocasiones desde entonces no llegó a las semifinales.
Los títulos han dado forma a un club que llegó a hundirse en la miseria durante el cambio de siglo, enterrado en el fatalismo con la errática dirección de Joan Gaspart y fundido a la sombra de todos.
Nadie habría apostado un dólar por este club… Porque nadie sospechaba del futuro alumbramiento de un tal Leo Messi, ni de la imposición de los canteranos como columna vertebral del equipo, ni del atrevimiento de Rijkaard, la mágica figura de Ronaldinho o que Guardiola pudiera ser el entrenador que fue.
El 17 de junio de 2001 el Camp Nou explotó de felicidad porque el Barça ganó en el último suspiro al Valencia… Para acabar la Liga en cuarto puesto. ¿Quién habría imaginado entonces este presente?
LA RESURRECCIÓN
El año 2003 marca el punto de inflexión en la historia azulgrana. El 16 de junio de aquel año Joan Laporta ganó las elecciones a la presidencia del club para enterrar la depresión sufrida bajo el mandato de Joan Gaspart. Y el Barça escapó del pozo.
El fichaje de Ronaldinho (gestionado por su entonces amigo y después enemigo Sandro Rosell), ‘engañando’ con el tema Beckham, y la apuesta por Frank Rijkaard (avalado por Johan Cruyff) para dirigir al equipo fueron los ejes sobre los que se comenzó a cimentar el equipo.
Y con ambos, más la solidez de Rafa Márquez en la zaga, el carácter de Deco en el centro, la explosividad de Eto’o en ataque y la personalidad local de los canteranos Valdés, Puyol, Xavi e Iniesta el Barcelona volvió a reinar.
Campeón de Liga en 2005 y 2006, la Champions de París emborrachó de felicidad al barcelonismo, que casi ni atendió a la aparición de un Leo Messi que estaba ya llamado a ocupar el plano.
La Pulga, a quien dio la alternativa Rijkaard en un amistoso disputado ante el Oporto de Mourinho en el otoño de 2003, se puso en el escenario coincidiendo con la caída de aquel equipo mágico de Ronaldinho, entregado al Madrid de Capello en 2007 y derrumbado frente al de Schuster un año después.
Melancólico por encima de efectivo y rendido a la falta de actitud, el Barcelona dio la sensación de volver atrás en su historia, a caer en la fatalidad y perder otra vez la carrera de la leyenda.
GUARDIOLA… Y MESSI
Y fue entonces, en la primavera de 2008, cuando Joan Laporta, en sus peores días como presidente y rodeado por una oposición bajo el mando de Sandro Rosell (ya enemigo irreconciliable), dio con la tecla oportuna.
«No te atreverás a hacerlo», contestó Pep Guardiola el día que el presidente le dijo que iba a ser el entrenador del primer equipo en sustitución de Rijkaard. Con la prensa de Barcelona peleándose por conseguir una entrevista con José Mourinho, en el Camp Nou se aprestaban a dar un golpe de efecto devastador.
El portugués, sin equipo desde su primer cese en el Chelsea, negoció su fichaje por el Barcelona pero contra toda lógica Laporta catapultó a un Guardiola cuyo único bagaje era una temporada al frente del Barcelona B. Y el éxito sorprendió a la propia empresa.
Pep limpió el vestuario. Ronaldinho, Deco, Thuram, Zambrotta y Edmilson dejaron una plantilla a la que se sumaron Keita y Alves. Pero, junto a ellos, la revolución la personalizaron el sorprendente retorno de Piqué, la eclosión inesperada de Busquets… Y la ascensión a la cima de Leo Messi.
El Barcelona se entregó de manera innegociable al rondo que impuso Guardiola y, bajo un equipo de indudable carácter canterano liderado cada vez más indiscutiblemente por la Pulga, alcanzó la eternidad.
Ganador del triplete en la temporada 2008-09, luego vino el sextete, el cambio discutido de Ibrahimovic por Eto’o, la salida en falso del sueco y toda clase de vicisitudes en el club (la llegada de Rosell a la presidencia) ocultas bajo la magia del ‘Pep-Team’, que puso al Barça en lo más alto del futbol mundial.
EL IMPASSE
Balón de Oro casi eterno, Messi se proclamó sin decir una palabra como el líder total del Barça (ahí sigue) y junto a Xavi, Valdés, Iniesta y Puyol enlazó con la época que debía dirigir Tito Vilanova a la marcha de Guardiola.
Tras perder la Liga de 2012 ante el Real Madrid de Mourinho (el único título de la regularidad que logró el portugués en el Bernabéu), el Barcelona recuperó por aplastamiento el mando un año después… Pero la caída en la semifinal de Champions ante el Bayern dio a pensar que algo se torcía en el equipo.
Un cáncer fatal apartó a Tito del banquilloy acabó por provocar su trágica muerte y colocó en su puesto a Gerardo Martino, un entrenador argentino del que nunca se llegó a saber el padrino.
Señalado el entorno de Messi como el impulsor de la llegada del Tata, Rosell se apuntó el tanto ante el silencio de Zubizarreta y del propio Leo, que huyó de cualquier toma de decisión en ese aspecto. Y pronto se sospechó que la apuesta del técnico argentino estaba condenada al fracaso.
El Barcelona de Martino transitó entre la anarquía y la melancolía con el vestuario alejado de un entrenador que apenas consumarse la pérdida de la Liga en la última jornada, entre el silencio general, marchó de regreso a Argentinasin que nadie lo echara de menos.