Recordar a los patricios es más que un deber, una necesidad. No es verdad que la historia haya muerto ni pueda desaparecer. Ese grande de la Generación del 27, el español Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo, decía con gran acierto que “Olvidar es morir” y de muchas maneras morimos cuando desaprendemos lo bueno y lo grande que se inserta en las memorias históricas.
En Tegucigalpa, una noticia revela que la embajada dominicana en ese país donó a la municipalidad una estatua monumental de Juan Pablo Duarte, que fue colocada en un pedestal y según se supo, se prevé que dicha área devendrá sitio de orgullo para los dominicanos de allá y de acá.
Si recordamos que Duarte, uno de los Padres de la Patria dominicana, pidió a Dios concederle bastante fortaleza “para no descender a la tumba sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante”, y dejó claro que: “Que debemos trabajar “por y para la Patria, que es trabajar por nuestros hijos y para nosotros mismos”; además de reafirmar que: “El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes”. Si todo esto se reflexiona mientras se realicen actos como este, bien vale la pena que se coloquen tarjas, estatuas y se expongan esos símbolos que definitivamente rescatan del olvido lo que no puede morir; porque los tiempos marcan, sin duda alguna, el rescate indispensable de estas, y todas las ideas nobles que reafirmen hasta el cansancio, que:”Vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin Honor”.
Duarte en Tegucigalpa
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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