Nada de percepción, como planteó el colega Víctor Núñez en estas mismas páginas, en su trabajo dedicado al tema, “los crímenes de personas en asaltos a manos armadas en las calles dominicanas se hacen cada vez más comunes”.
La delincuencia arropa y mata en cualquier sitio, sin distinción de sexo ni edades. Y lo peor es que se va convirtiendo en parte del entorno y se escucha hablar de “concesiones” al atracador, con tal de preservar la vida y de salir airoso de tan tenebroso trance. En otros casos, el enfrentamiento termina, lamentablemente, en la muerte. Esta es la realidad dominicana, sin exageraciones ni pesimismos.
¿Cuánta violencia más deben enfrentar las familias dominicanas? Junto al narcotráfico, del que no se habla muchos en estos días, pero está ahí, como fantasma imborrable, y los otros actos corruptos, la delincuencia campea por su respeto y nos e habla de soluciones que pongan un punto final a este crecimiento «explosivo» de la criminalidad que afecta al país.
Y aunque se trata de un problema nacional, habría que analizar de cuántas maneras han influido otros “malos ejemplos” en la sociedad dominicana; porque si una vez el mundo, en su mayoría, aplaudió el inevitable avance de la globalización como necesaria interacción de culturas, artes, etc; ahora habrá que preguntarse si fue un camino amplio para globalizar también la violencia.
Claro que es real
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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