Las familias y amigos de las personas atrapadas en un club nocturno gay por un atacante que declaró su lealtad a Estado Islámico esperaba este lunes para averiguar si sus seres queridos estaban entre los 50 muertos y 53 heridos en el tiroteo más letal en la historia de Estados Unidos.
El FBI y otras agencias del orden están revisando las pruebas que podrían explicar los motivos del ataque en Orlando, Florida, una matanza que el presidente Barack Obama denunció como un acto de terror y odio.
El atacante, Omar Mateen, un residente de Florida nacido en Nueva York y ciudadano estadounidense hijo de inmigrantes afganos, murió baleado por los policías que irrumpieron en el club con vehículos blindados tras un asedio de tres horas.
Mateen, de 29 años, llamó a los servicios de emergencia durante el tiroteo y prometió lealtad al líder del grupo miliciano Estado Islámico, según las autoridades.
Su padre dijo el domingo que su hijo no se había radicalizado, pero indicó que Mateen tenía fuertes sentimientos contra los homosexuales. Su ex mujer lo describió como mentalmente inestable y violento hacia ella.
Estado Islámico reiteró el lunes la responsabilidad por el ataque.
«Uno de los soldados del Califato en Estados Unidos llevó a cabo una invasión de seguridad, donde fue capaz de entrar en una reunión de los cruzados en un club nocturno para homosexuales en Orlando, Florida (…) donde mató e hirió a más de un centenar de ellos antes de su muerte», dijo una emisión de Radio Albayan, que pertenece al grupo.
Aunque el grupo se atribuyó la responsabilidad, esto no significa necesariamente que dirigió el ataque, ya que no hubo información en la reivindicación que indicara una coordinación entre el atacante y Estado Islámico antes del tiroteo.
El ataque comenzó poco después de las 02.00 de la madrugada del domingo en el club nocturno Pulse, en el corazón de Orlando, a unos 25 kilómetros al noreste del Walt Disney World Resort.
Unos 350 clientes asistían a un evento de música latina en el recinto, un club nocturno gay muy conocido en la ciudad, y los sobrevivientes describieron escenas de muerte y caos cuando el atacante tomó rehenes en el interior de un baño.
Casi 24 horas después de que concluyó el ataque, las autoridades sólo habían identificado públicamente a 21 de las víctimas. Familias y amigos esperaban noticias afuera de un centro en Orlando, donde las autoridades estaban reuniendo datos sobre las personas que siguen desaparecidas.
Jaymie Glaspie, de 35 años, estaba buscando a su hermano, Paul Henry. «He estado llamando todo el día, y acabo de ir a su casa», dijo Glaspie. «El teléfono sólo suena y suena», agregó.
Maribel Mejía, de 42 años, recibió buenas noticias de un amigo, que logró ocultarse durante el tiroteo y escapó. Otros no fueron tan afortunados. «Uno de ellos murió», dijo Mejía a la prensa. «Otros seis, no lo sé».
Familias preparadas para lo peor mientras identifican víctimas
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