Días más largos, mejor temperatura y un mayor espíritu festivo están detrás de la evidencia: durante los meses de verano disfrutamos más de realizar comidas fuera de casa, y en España más que en ningún otro sitio: según Eurostat, los españoles son los europeos que más disfrutan de salir de restaurantes. Una actividad con infinidad de connotaciones positivas, pero también dos negativas: menor control sobre lo que comemos, que tiende a ser menos ligero; y en algunos casos incluso aumento de peso. ¿Cómo comer fuera de casa sin dejar de ser saludable? Kaiku Sin Lactosa, la gama de productos lácteos, desvela los trucos para comer sano y no caer en excesos:
“A mi manera”
Si lo dijo Frank Sinatra, por algo sería. Comer fuera de casa no significa perder un control completo sobre lo que comemos: en muchos casos, pedir variaciones sobre el menú no representará ningún inconveniente y asegura una mayor ligereza en la ingesta de alimentos final. ¿Cómo? Por ejemplo, pidiendo a la plancha o asado aquello que esté frito o cambiando las guarniciones más contundentes por vegetales.
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Hobre prevenido vale por dos y, en este caso, conocer las versiones “saludables” (e igualmente deliciosas) de la comida que se vaya a disfrutar es garantía de éxito. ¿Mexicano? Que las fajitas sean de pollo y sin crema agria; ¿Chino? Con arroz integral y verduras al vapor (y con palillos para comer más lentamente y masticar mejor); ¿Curry? Mejor con base de caldo, con menos calorías que la leche de coco; ¿Italiano? Con salsa de tomate.
A ver quién le dice no a los calamares. Pero se puede compensar. (iStock)© Externa A ver quién le dice no a los calamares. Pero se puede compensar. (iStock)
Compensa a lo largo del día
Ejercicio + comida saludable. Comer fuera no significa abandonar todo placer culinario: ni pasando hambre todo el día para hacer hueco, ni optando por una opción ‘light’ del menú que nos resulte poco apetecible. El truco está en comer lo que se desee y compensar durante el día con platos saludables que equilibren bien la proporción de grasas, hidratos de carbono y proteínas. Además, resulta recomendable incluir ese día una sesión de ejercicio, ya que el deporte no solo quema calorías sino que mantiene a raya el apetito.
Sí al postre
Contrariamente a lo que se cree, “comer sano” en restaurantes no pasa por comer lo que se quiera y renunciar al postre; es más, esta práctica suele desembocar en un picoteo posterior (y más calórico) al llegar a casa. Por esto, es recomendable pedir primero una ensalada para regular el apetito durante el resto de la comida; un plato principal a continuación, acompañado de la cantidad adecuada de agua para mantener un ritmo pausado y disfrutar más la comida; y un postre. Dos opciones: si se opta por un postre contundente, lo más recomendable es pedirlo para compartir; si se opta por un postre individual, la alternativa idónea será fruta o un sorbete.
Snack time
Disfrutar de un snack anterior a la comida ayuda a no desembocar en un atracón de pan al llegar al restaurante. La combinación de fruta, muesli y yogur sin lactosa es la recomendación perfecta para calmar el hambre, obtener nutrientes esenciales, y garantizar una digestión ligera que permita disfrutar al 100% de la comida posterior.
Cinco trucos para comer fuera de casa sin engordar ni un gramo
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