La República Dominicana tendrá un nuevo arzobispo metropolitano de Santo Domingo el próximo 4 de septiembre: Francisco Ozoria Acosta, de la diócesis de San Pedro de Macorís.
De todos modos, se aclaró que aunque el papa Francisco aceptó la renuncia de Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien ya ha cumplido setenta y cinco años de edad y, en función del código canónico, artículo 401/1, puede hacer dicha solicitud, el cargo de cardenal es vitalicio en la Iglesia Católica, nada tiene que ver con el arzobispado, y durante los dos meses que faltan para la investidura de Ozoria Acosta, fungirá como “administrador apostólico”, especialidad que concluye el 4 de septiembre.
Francisco Ozoria ha denunciado las condiciones de dramática pobreza de la diócesis en que ha desarrollado sus misiones hasta la fecha y junto a los obispos del país señaló también en la Conferencia del Episcopado Dominicano, este flagelo que produce y multiplica la indigencia en una parte representativa de la población, mientras se habla de un crecimiento económico que no satisface a los más humildes.
En virtud de ello Ozoria censuró la acumulación de riquezas por medio de la corrupción, calificada como fuente de inequidad, y de desconfianza; así como la impunidad que encierra, como en Los Miserables, a quienes roban un pan; pero deja libres a quienes se apropian de grandes fortunas, sin ser jamás castigados.
Su compromiso, según sus propias palabras, es el de “dar continuidad a la misión de la iglesia mediante un trabajo mancomunado con todos sus integrantes” y en función del peso que tiene esta institución en la nación dominicana, vale señalar que el arzobispo metropolitano tiene ante sí grandes labores que desarrollar, fuertes batallas que librar, pues como otrora, hay que virar muchas mesas en el territorio nacional y ahuyentar a los nuevos mercaderes.
Virar mesas de nuevos mercaderes
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