Me inclino a tener tiempo para mirarme, estoy viendo que la gran deuda del hombre es el amor, la vida es un coliseo, en cada orto un continuo desafío. Nos urge tener el corazón grande, abierto a todos los sentimientos, decidir llegar al corazón del hombre, su mismo lenguaje, servidumbre de sus expresiones.
El filosofo Zenón de Citio aplicaba la palabra Hamartia. Que contiene la idea de extravío y de fracaso. Por tanto lo que se hace mal, es un fracaso toral. Un hombre puede fracasar de muchas maneras, un negocio, como esposo, como amigo. Estos son fracasos relativos, siempre dejan posibilidad de desquite, uno puede fracasar en todas estas cosas y ser una persona sumamente respetable. Pero, en la corrupción fracasa como un ser humano, es decir, en su realidad básica, en lo que es, no en lo que dice.
Lo que estoy pensando son pinceladas de soslayos de un programa de crecimiento espiritual, que los humanos necesitamos por nacer con debilidades. El crecimiento interior, el autoconocimiento origina un código moral. El ejemplo que más nos atrae lo vivo con el médico cuando conjuga el amor y la ciencia en el ejercicio de su sagrada profesión. Imaginemos la gran felicidad y bienestar si en todas las profesiones y servicios públicos se actuara de esa manera. Sencillamente sería un transito terrenal en hermandad, en sumo bien. Honraría el ejemplo de Cristo: Todo por amor. El bien crea la hermandad, esta es firmeza de vivir mejor que cuando se doblega para estar bien con los demás. Estamos muy equivocados cuando actuamos bien para ser aceptados, Debemos hacerlos porque se quiere bien y se desea servir. Sí aparece la creencia o sensación de que nos están utilizando cuando actuamos por amor haciendo el bien por el bien mismo. Escuchar lo que dicta el sentir, si en verdad se está actuando bien a aliviando las esperanzas de los otros en ese caso se debe tener la entrega, el valor de decir sí.
Si se es receptivo, adaptable a los vaivenes de las circunstancias y nos se codicia lo que los otros aman, lo que se necesite sea por el esfuerzo digno, no por el dinero, se está en el camino de la vida sana.
Muy frecuente recuerdo los ciudadanos de Taiwan, lo mucho que vale una sonrisa. Es iluminación, hermandad universal, entrega de civilización. Un ciudadano del mundo.
Nuestro invitado de hoy. Confucio: “El que actúa de acuerdo al resplandor de la justa razón será premiado por el cielo. El hombre que consiente une justicia debería pudrirse antes de morir”.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana