Más adolescentes estadounidenses tienen diabetes o prediabetes de lo que se pensaba, y muchos no saben que sufren de la enfermedad del azúcar en la sangre, encuentra un estudio reciente.
Casi un 1 por ciento de más de 2,600 adolescentes estudiados tenían diabetes, y casi uno de cada tres casos no estaba diagnosticado, encontraron los investigadores. También, casi un 20 por ciento del grupo tenía prediabetes: unos niveles de azúcar en sangre más altos de lo normal, pero no tan altos como para ser clasificados como diabetes.
«Estos hallazgos son importantes porque la diabetes en la juventud se asocia con el inicio temprano de factores de riesgo y complicaciones», apuntó el investigador líder, Andy Menke, de Social & Scientific Systems en Silver Spring, Maryland.
Un estudio anterior estimó que la prevalencia de la diabetes en los adolescentes era de alrededor de un 0.34 por ciento, pero el estudio actual mostró que es del doble, un 0.8 por ciento.
Los investigadores no pudieron distinguir entre los adolescentes que tenían diabetes tipo 1 o tipo 2. Pero investigaciones anteriores en niños y adolescentes con diabetes encontraron que un 87 por ciento tenían diabetes tipo 1, que antes se conocía como diabetes juvenil, dijeron los investigadores.
Aunque la diabetes tipo 1, una enfermedad autoinmune, no es prevenible, la diabetes tipo 2 por lo general se relaciona con factores del estilo de vida. El tipo 2 se ve generalmente en adultos, pero los expertos señalan que ha aumentado entre los jóvenes a medida que las tasas de obesidad se han disparado.
«Es alarmante ver una incidencia tan alta de diabetes [en la niñez] cuando debería ser de cerca de cero», apuntó el Dr. Joel Zonszein, director del Centro Clínico de Diabetes del Centro Médico Montefiore, en la ciudad de Nueva York.
«La prevalencia muy alta de prediabetes, diabetes y sobre todo diabetes sin diagnosticar en adolescentes es preocupante», comentó.
La mayoría de los que tienen prediabetes desarrollarán diabetes si no se hace nada para cambiar su estilo de vida, advirtió Zonszein.
Los negros y los hispanos eran más propensos que los blancos a tener prediabetes o a no saber que tenían diabetes, encontró el estudio.
«Hay tratamientos efectivos, pero esos tratamientos no son útiles para las personas a quienes no se ha diagnosticado», dijo Menke.
Sin tratar, la diabetes puede conducir a la enfermedad cardiaca, a problemas de la circulación, a la pérdida de la vista, y a la amputación de pies y piernas.
En general, las personas con diabetes sin diagnosticar tienden a tener diabetes tipo 2. «Los síntomas dependerán del tipo de diabetes, y podrían ser sutiles», apuntó Menke, y añadió que muchos imitan las señales de otras afecciones.
Los síntomas clásicos incluyen un aumento de la orina, tener más sed, perder peso (debido a la deshidratación) y quizá un aumento del hambre y vista borrosa, dijo.
«Estudios anteriores han encontrado que tanto la diabetes tipo 1 como la tipo 2 están aumentando entre los adolescentes», señaló Menke.
Como se considera que la diabetes tipo 2 está relacionada con el estilo de vida, Menke hizo un llamado a mejorar la educación sobre la reducción de los factores de riesgo de la diabetes tipo 2 y las evaluaciones de los adolescentes con un riesgo alto.
Según el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales de EE. UU., tener sobrepeso o ser obeso es la principal causa de diabetes tipo 2. Las personas con un riesgo alto pueden prevenir o retrasar su inicio al perder entre un 5 y un 7 por ciento de su peso, asegura la agencia.
La agencia recomienda hacer al menos 30 minutos de actividad física de intensidad moderada cinco días a la semana, y reducir el consumo diario de calorías.
Los padres pueden ayudar manteniendo a los niños y a los adolescentes activos, y preparando comidas saludables bajas en grasa, azúcar y sal. Limitar el tamaño de las porciones también es clave. Los padres también deben preguntar al médico si sus hijos tienen un peso saludable o si están en riesgo de diabetes, señala la agencia.
En el estudio, Menke y sus colaboradores usaron datos de la Encuesta nacional de examen de salud y nutrición de 2005 a 2014 sobre 2,606 adolescentes de 12 a 19 años, que se seleccionaron al azar para realizar un análisis del azúcar en sangre en ayunas.
De los 62 adolescentes con diabetes, 29 no lo sabían. La prevalencia de prediabetes fue de un 18 por ciento, y era más común en los varones.
Entre los adolescentes diabéticos, casi un 5 por ciento de los blancos no habían sido diagnosticados, frente a un 50 por ciento de los negros y un 40 por ciento de los hispanos.
«Es perturbador que sigamos viendo, en un estudio tras otro, una incidencia y una prevalencia altas de prediabetes y diabetes en poblaciones cada vez más jóvenes, y lo mal que se diagnostica y trata», lamentó Zonszein. «Considero que este y otros estudios son un llamado a las armas».
«Si pudimos evaluar, prevenir y tratar el VIH/SIDA, entonces podemos, o sin duda deberíamos ser capaces de, hacerlo con la diabetes, una enfermedad mucho más común y costosa», planteó.
Hay más adolescentes con diabetes en EE.UU.
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