Cuando se cumple el juramento de respetar la Carta Magna se actúa por deber del sistema democrático. Los antiguos maestros filósofos griegos explicaron como sagrado todo lo que está sustraído del mundo y sobre el cual el mundo no tiene poder. Para ellos solo lo sagrado pude sanar. La Constitución es sanación social, obediencia a la regulación por naturaleza del ser humano, total armonía con la ley de la creación. Este es el mandato al ejercer para eliminar el desacato, plaga que azota la calidad de vida.
Urge el ejercicio que elimina el afán del poder para estar a la caza fácil del dinero asignado al erario, prueba de debilidad de honestidad que comete excesos sin obtener satisfacción, no tener medida. Y otros sufren necesidades y ellos en la insatisfecha acumulación de bienes pasajeros, dañinos. Es ofensa el afán de poseer lo ilimitado, enfermos de la ley del apego, aferrarse, buscar y tener más, más. Se esclavizan por el hecho de multiplicar. Enfermedad del espíritu que se asimila con el carácter destructivo de lo innecesario creando pobreza.
El maestro del Pórtico filósofo Zenón de Citio, disertando acerca de la codicia, la presenta como la perturbadora de la libertad y dignidad de las personas. No es libre, se enjaula amando lo ajeno.
No he querido aceptarlo, pero lo estoy observando, enseña que con la conclusión del tránsito terrenal de nuestro patricio Juan Pablo Duarte, la República Dominicana quedó despojada de los valores de patria sana. Salvo escasas excepciones.
Nuestros invitados de hoy. Esquilo: Solo en la rectitud del corazón nace la felicidad de todos requeridas.
Winston Churchill: Las actitudes son más importantes que las aptitudes.
El autor es vicealmirante retirado de Armada Dominicana
Meditabundo: El camino esperado
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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