¿Quién iba a pensar que o país mais grande do mundo iba a organizar los Juegos Olímpicos mais deslucidos y caóticos do mundo? Es difícil aceptar que los dirigentes olímpicos brasileños no se hayan percatado temprano de que su pueblo está profundamente herido por los estragos de la corrupción y que, por tanto, no está para carnavales deportivos (ni aunque bailen samba en batucadas las garotas mais bellas do mundo). A propósito: ¿Quién iba a pensar que sería Luisito Pie, un desnacionalizado perdonado, quien salvaría nuestra honra con una medalla de bronce que vale oro y que ha dejado mudos a los nacionaleros?
