Si el del poder ama la justicia se inclina por jueces y fiscales sin bandera política. La justicia no fuera la ramera del gran Augur Scaevola, que le sonríe al que mete la mano en el bolsillo con más rapidez. Dios deseando que el hombre ame la justicia le indica buscar la sabiduría. El hombre que expresa pensares tortuosos no es justo, distanciado del derecho natural que entrega nos entrega la creación.
El saber no mora en el corrupto, ignora quién es y porque está plantado en la sociedad. El espíritu educa, es único y no tolera la desviación de los instintos, que induce a realizar actos contrarios a los habituales del bien.
El que actúa mal alejado del amor al hombre no quedará libre de la ley de la creación, nadie ha podido y podrá escapar de la justicia divina.
El disgusto entre los políticos del mismo clan evidencia que un perverso corrupto no acepta otro perverso corrupto y los pocos buenos son buenos con los buenos.
Cuan iba en el automóvil con el SJ. Javier Colino su verbo era evangelizador y en el partido de tenis su silencio era más elocuente en su misión de jesuista.
El poder no corrompe, la riqueza no domina los buenos hábitos.
Si todos nos aceptan, algo anda mal, debemos cuestionarnos, todos nos pensamos igual.
Si estamos frente a un malhechor y aceptamos sus ruegos, excusas. No le hacemos el bien si lo olvidamos, sería una cruel bondad. Debemos ser mejor que los malos. Sé que muchos no lo entienden y nos repudian. Ser bueno con los demás, es ser bueno consigo mismo.
El mundo político dominicano es un teatro de sucesos o situación de la vida real, capaz de interesar y conmover como las arengas y promesas ahítas de nobles, sanos y beneficiosos propósitos como Séneca escribía y el emperador Nerón expresaba en el Senado.
Grave error es aplicar la inteligencia y poder para poseer lo material, pasajero. No hay lugar para lo más importante del humano, la libertad.
Leonardo Da Vinci no se equivocó al expresar: Verdaderamente, el hombre es el rey de los animales, pues su brutalidad supera a la de estos. También comprendemos que tenía toda la razón Carlyle al llamar a la economía: Ciencia lúgubre.
Detuve el bolígrafo y se me presenta la criminalidad contra las mujeres y me cuestiono. ¿Para qué es la sabiduría? Ser justo, honesto, pacífico, complaciente, amar a los demás. Es lo que concibo y ¿Por qué tanto apego a lo material, ausencia del respeto a la dignidad humana, injusticias, corrupción, irresponsabilidad cívica, el tener por tener sin medida? Lo que falta es la educación del buen vivir. Esta ausencia es lo que nos arrastra a lo malo.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicano
Meditabundo: Cortos
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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