LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Ayer, al querer llegar a la premiación de Vargas Llosa, autor de La Fiesta del Chivo, no pude hacerlo, porque precisamente el Chivo me lo impidió. Me explico: Trujillo, vivo aún, se transmuta en cualquier alto burócrata, con derecho a entaponar toda avenida para llegar, todo despejado, a donde se le antoje. Este lunes Trujillo llegó en vía contraria por la Máximo Gómez, esta vez disfrazado de Jefe de la Policía Nacional. (Yo, por supuesto, después de 15 minutos de humillante espera en el tapón, rompí la invitación y me fui pal carajo con un inevitable ¡Viva el Jefe! cargado de ira).