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Ortega camina firme hacia nueva reelección en Nicaragua

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Apoyado en planes sociales que disminuyeron la pobreza pero bajo acusaciones de autoritarismo, nepotismo y fraude, el exlíder guerrillero Daniel Ortega lograría el domingo sin contratiempos su segunda reelección como presidente de Nicaragua.
 
Ortega y su esposa Rosario Murillo, que en la práctica ha hecho un cogobierno con él y ahora es su candidata a vicepresidente, concentran cerca del 70 por ciento de la intención de voto en estos comicios.
 
El mandatario, que en el 2007 logró regresar al poder con banderas rosas y un discurso cristiano, a años luz del Ortega de la revolución sandinista que derrocó en 1979 a Anastasio Somoza, ha colocado a varios de sus hijos en puestos clave del gobierno, como el manejo de la millonaria asistencia de Venezuela.
 
La oposición, que advierte que se está instaurando «una dictadura familiar», llega en su peor momento en años luego de que Pedro Reyes le arrebatara el liderazgo del Partido Liberal Independiente (PLI) a Eduardo Montealegre en los tribunales.
 
Esto provocó divisiones en el mayor partido opositor y la destitución de varios de sus diputados, que se negaron a acatar el fallo del tribunal asegurando que Reyes es títere de Ortega.
 
Para Maximino Rodríguez, candidato del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y que combatió al sandinismo en la fuerza irregular conocida como «Contra», el presidente es simplemente un dictador que se quiere perpetuar en el poder.
 
Rodríguez le sigue a Ortega en las encuestas, pero con apenas el 8,1 por ciento de la intención de voto.
 
«Ortega se impone y no le importa si vulnera los derechos de los demás», dijo Rodríguez en una entrevista con Reuters. «Aparentemente luchó contra la dictadura somocista, y los mismos sandinistas catalogan a Ortega peor que Somoza».
 
Estados Unidos y organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) están preocupados por la destitución de los opositores, así como por la negativa de Ortega a aceptar observadores internacionales para el proceso en el que 4,3 millones de ciudadanos están habilitados para votar.
 
Para Hernán Selva, un estudiante de ingeniería de 22 años, las quejas de la oposición sobre la concentración de poder de Ortega «son patadas de ahogado». «Con tantos traidores el Comandante se debe rodear solo de gente de confianza», dijo.
 
A LA SOMBRA DE VENEZUELA
 
Organismos como el Banco Mundial reconocen que durante el mandato de Ortega la pobreza se redujo casi 13 puntos porcentuales en Nicaragua, uno de los países más pobres del hemisferio. La política fiscal del Gobierno incluso ha sido elogiada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
 
Ortega, que ha llevado su campaña con pocas apariciones públicas, ha llamado a «defender» sus logros sociales.
 
«Hoy más que nunca tenemos que cuidar la paz, la estabilidad, para seguir avanzando en la lucha contra la pobreza, contra la extrema pobreza (…) y seguir fortaleciendo el entendimiento con los diferentes sectores, fuerzas económicas, sociales de nuestro país», dijo durante un acto del Ejército en septiembre.
 
La oposición cuestiona los datos sobre pobreza señalando que parte de la reducción en las estadísticas es porque miles de personas migran cada año para buscar un futuro mejor.
 
«Hay que reconocer que algunas cosas están mejor», dijo Claudia Escobar, empleada de mercadeo de una multinacional mientras paseaba por la orilla de lago de Managua que el gobierno recuperó con paseos, parques y restaurantes.
 
«Pero no me gusta Ortega y cuando lo queramos sacar nos va a pasar como a los venezolanos. No vamos a poder», aseguró.
 
Uno de los pilares del éxito de Ortega son los petrodólares brindados por el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y luego por su sucesor Nicolás Maduro, con los que ha impulsado negocios privados, pagó la factura energética y subsidió sus programas sociales.
 
El líder izquierdista, candidato por séptima vez en 32 años, forjó además una alianza con empresarios, algo vital para que la economía creciera un 5 por ciento promedio en el último lustro.
 
Por otro lado, aunque el país sigue siendo muy sensible a la economía global, los altos precios de sus principales productos de exportación como carne, café y oro apuntalaron una bonanza a la que contribuyeron las remesas y la inversión extranjera.
 
Con algunos altibajos, la relación entre Ortega y el gobierno de Barack Obama fue relativamente cordial, muestra de cómo el ex guerrillero marxista de 70 años pasó de agitar a las masas a convivir con sus viejos enemigos de la Guerra Fría.
 
Pero ahora una iniciativa conocida como Nica Act busca condicionar la ayuda financiera al país a cambios en materia de democracia, medidas anticorrupción y derechos humanos, lo que ha llevado a Ortega a denunciar la «injerencia» de Washington.

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