Los mexicanos en la frontera con Estados Unidos aguardan con inquietud el resultado de los comicios presidenciales del martes en ese país, por el temor a un desastre económico si el republicano Donald Trump gana y trata de obstruir a la industria local, aislar a su vecino del sur y deportar a millones.
La campaña de Trump ha sido una de las más impopulares que se recuerde en México, y ha incluido desde ataques a sus migrantes y advertencias en contra de sus acuerdos comerciales hasta la repetida amenaza de bloquear al país detrás de un enorme muro fronterizo que insiste que México deberá pagar.
En ningún lugar se ha sentido con más intensidad el ambiente negativo de la contienda que en las ciudades mexicanas ubicadas junto a la frontera con Estados Unidos, que cientos de miles de personas cruzan todos los días para trabajar y actúan como un puente para un comercio anual bilateral de 500,000 millones de dólares.
Trump lanzó su campaña acusando a México de enviar violadores y narcotraficantes a través de la frontera, lo que llevó al Gobierno a acusarlo de provocar el odio y avivó preocupaciones en la frontera de que el prejuicio racial se esté volviendo más aceptable.
El magnate dice que podría desechar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en México, Estados Unidos y Canadá en 1994 y ha amenazado con imponer aranceles de hasta un 35 por ciento a los bienes mexicanos para ayudar a la industria estadounidense.
«Estamos muy preocupados. Sabemos qué es lo que Donald Trump es buscando hacer, que es limitar las importaciones, él quiere manufacturar todo en Estados Unidos», dijo Marcello Hinojosa, presidente de la asociación empresarial Canacintra en la fronteriza ciudad de Tijuana.
«Pero esto ha sido analizado tanto por Estados Unidos como por México y es suicidio para ambos países», añadió.
Líderes empresariales mexicanos dicen que alrededor del 40 por ciento de las exportaciones de las fábricas mexicanas están hechas con contenido estadounidense y sostienen que los sectores manufactureros de ambos países están tan estrechamente vinculados que es imposible tomar medidas en contra de uno sin dañar al otro.
Trump, que los sondeos muestran en una apretada carrera con la demócrata Hillary Clinton, dice que México está «matando» a Estados Unidos en el comercio. Sin embargo, el comercio entre ambas naciones ha crecido mucho más rápido que sus respectivas economías desde el TLCAN, de acuerdo a datos estadounidenses y del Banco Mundial.
México envía más del 80 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos y la Cámara de Comercio de Estados Unidos dice que aproximadamente seis millones de empleos en ese país dependen del comercio con México.
Trump también ha criticado a empresas estadounidenses por invertir en México, que alberga miles de millones de dólares en plantas manufactureras, especialmente alrededor de la frontera norte de México. Trump culpa a las fábricas mexicanas por la pérdida de empleos en Estados Unidos.
Si las políticas proteccionistas ganan terreno, los precios de los productos y los servicios aumentarían y se perderían empleos en México, lo que presionaría a la gente para que emigre o los expondría a la tentación del crimen, dijo Hinojosa.
ORGULLO Y PREJUICIO
Raramente los mexicanos han expresado puntos de vista tan fuertes sobre los candidatos presidenciales en Estados Unidos como durante esta campaña.
Los mexicanos están a favor de Clinton, en una proporción de 10 a 1, según una encuesta publicada en México a fines de septiembre. Pero la reducción de la ventaja de Clinton en los sondeos en las últimas dos semanas ha sacudido su confianza de que pueda ganar.
«Hablando personalmente, pero yo creo que es el sentir de muchos mexicanos: ¡Que no gane Trump!», dijo Rodolfo Monroy, de 85 años y dueño de un restaurante en la ciudad de Nogales, al otro lado de la ciudad del mismo nombre en Arizona.
«¿Por qué? Por grosero, porque se le ha ido de la boca ¡No nos quiere a los mexicanos! Nos va a ir muy mal (si gana Trump)», añadió.
Wadih Kuri, director ejecutivo de ABC Aluminum Solutions, una compañía de aluminio de Tijuana, recordó haber sido etiquetado como «beaner» cuando estudiaba al otro lado de la frontera, un tipo de prejuicio que, opinó, la campaña de Trump está animando otra vez.
«¿Estamos todavía en el mismo lugar donde los niños eran ridiculizados por ser de México? Y eso es todo lo que está haciendo, así que si estoy nervioso, estoy nervioso por la cultura que inspira», dijo Kuri, quien ahora vive en San Diego.
Las amenazas de Trump de deportar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, aproximadamente la mitad de los cuales son mexicanos, también podrían poner a las autoridades mexicanas bajo presión, dijo Cuauhtémoc Galindo, alcalde de Nogales, México.
Tampoco es una política económica sabia, agregó.
«El que llegue al Gobierno alguien que promueve el racismo, el odio, ese tipo de situaciones y que ha sido muy claro en contra de los mexicanos también va a despertar el que muchos (mexicanos) dejen de visitar (Estados Unidos), por temor, por cuestiones de dignidad y también va a dañar a la economía de Estados Unidos», dijo Galindo.
Cruzando hacia Estados Unidos desde Tijuana, uno de los cruces fronterizos más transitados del mundo, el trabajador de la construcción Alejandro Ortiz, dijo que «todos los aspectos» de su vida se verían afectados si triunfa Trump.
«Me va a afectar al cruzar, me van a investigar más, por simplemente por mi color, por hablar español», dijo Ortiz, de 36 años, que nació en Estados Unidos pero fue criado en México.
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