Al grito de «Hasta la victoria siempre», una multitud rindió el martes un tributo póstumo a la leyenda izquierdista Fidel Castro, quien gobernó la isla por casi medio siglo y marcó una época para América Latina y el mundo.
La emblemática Plaza de La Revolución en La Habana, escenario de multitudinarios discursos del ex guerrillero marxista, así como sus alrededores, estaba desbordada de sus seguidores que ondeaban bandera de diversos países, elevaban carteles con la foto del líder y coreaban consignas.
«!Yo soy Fidel!, ¡El pueblo unido jamás será vencido!, ¡Raúl amigo el pueblo está contigo!», gritaban para honrar a Castro, quien murió el viernes a los 90 años, una década después de haber cedido el cargo a su hermano menor, Raúl.
«Querido Fidel junto al monumento de José Martí (…) donde nos hemos reunido durante más de medio siglo (…) en momentos de extraordinario dolor (…) te decimos junto a nuestro abnegado, combativo y heroico pueblo: Hasta la victoria siempre», dijo Castro en el discurso de cierre de los actos póstumos en La Habana.
En una ceremonia solemne que duró casi cuatro horas, varios presidentes y líderes de países de diversos continentes pronunciaron discursos para alabar a Fidel, entre ellos los mandatarios izquierdistas de América Latina como Nicolás Maduro de Venezuela; Evo Morales de Bolivia; Daniel Ortega de Nicaragua y Rafael Correa de Ecuador.
«No pudieron con Fidel ni podrán con el pueblo de Cuba, ni con los sueños de esperanza y de vida de la patria grande (…)Fidel hasta siempre, Fidel presente», dijo Maduro, quien hizo a los asistentes corear «¡Fidel, Fidel, que tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él!».
Por su parte, Morales, con voz entrecortada por momentos dijo: «Fidel está por encima de su propia vida, está instalado por siempre en la historia de la humanidad. América Latina y el mundo no se pueden comprender en el siglo XX sin Fidel».
FIDEL: ENTRE EL AMOR Y EL ODIO
El legado del «Comandante» siempre será motivo de controversia entre quienes lo admiran y encumbraron como el paladín de los pobres y los oprimidos, y quienes lo acusaron de ser un tirano que solo buscó el poder y perpetuarse en él.
Su influyente figura y su batalla contra lo que denunciaba como el imperialismo de Estados Unidos fue inspiración para otros líderes en la región, como el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, quien lo consideraba su padre y mentor.
Algunos mandatarios pidieron el levantamiento del embargo económico de más de 50 años que Washington aplica a La Habana.
Horas antes, Estados Unidos anunció que no enviaría una delegación a los actos y que el presidente Barack Obama sería representado por Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional, y Jeffrey DeLaurentis, el diplomático que nombró para ser embajador en La Habana.
Dentro y fuera de Cuba existe el temor a que el acercamiento entre la isla y Estados Unidos iniciado hace dos años pueda enfriarse con la llegada de Donald Trump, en enero, a la Casa Blanca.
El republicano amenazó en la víspera con dar marcha atrás en los acuerdos logrados por Obama y Raúl Castro. «Si Cuba no está dispuesta a un mejor acuerdo para el pueblo cubano, los cubanoamericanos y los estadounidenses en su conjunto, pondré fin al acuerdo», tuiteó.
El Gobierno de la isla decretó nueve días de duelo en homenaje al líder, incluyendo la ceremonia de inhumación de sus cenizas el domingo en el cementerio de Santa Ifigenia, de la oriental ciudad de Santiago de Cuba, donde comenzó la histórica revolución que acabó derrocando al dictador Fulgencio Batista.
Los restos serán depositados muy cerca de los de José Martí, uno de los héroes de la independencia de Cuba en el siglo XIX, en el Mausoleo a su memoria, dijo la agencia cubana de noticias Prensa Latina.
«Hasta la victoria siempre», cubanos despiden a Fidel
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