Sao Paulo.- Es cada vez más probable que el presidente Michel Temer tenga que apoyarse en recortes a las tasas de interés y en una impopular agenda de reformas legislativas para reactivar a la moribunda economía brasileña, opinan analistas, ante el riesgo de entrar a un tercer año consecutivo de recesión.
La mejor posibilidad de Temer para impulsar el crecimiento es que una impopular reforma al sistema de pensiones, divulgada este mes, tenga un avance acelerado en el Congreso. El apoyo al texto ayudaría al Banco Central a bajar las tasas de interés a un ritmo más veloz, según analistas.
Sin embargo, hay cada vez más dudas de que Temer logre darle un impulso significativo a la economía y a su popularidad hacia fines de su mandato en 2018. A eso hay que sumarle que la turbulencia política de Brasil, avivada por una investigación de gran alcance sobre una trama de corrupción, no va a ceder.
El actual presidente de Brasil ha perdido a cuatro ministros por cargos de corrupción. Eso, junto con una prolongada recesión económica, amenaza su supervivencia política y generó llamados a que renuncie y convoque a nuevas elecciones.
«La crisis económica y política se han estado retroalimentando. El Gobierno no ha sido capaz de romper ese ciclo», comentó el analista político Carlos Melo, del instituto Insper.
Analistas observan que la ventana de oportunidad de Temer se está cerrando. Es probable que la campaña por la elección presidencial de 2018 interfiera con las estrategias en el Congreso en el segundo semestre de 2017, lo que deja poco tiempo para que cualquier recorte a las tasas tenga efecto sobre la economía, dado su desfase habitual.
Cada recorte de 0,25 puntos porcentuales en la tasa de interés referencial Selic, actualmente en 13,75 por ciento, contribuye al crecimiento económico en 0,1 puntos porcentuales, según Alessandra Ribeiro, economista de Tendências Consultoria.
Y el riesgo político podría anular ese efecto, agregó Ribeiro, al subir los diferenciales de créditos de los bancos.
El sondeo Focus, que elabora el Banco Central brasileño, muestra que los economistas han rebajado por nueve semanas seguidas sus proyecciones para el crecimiento económico de 2017, a un 0,58 por ciento.
La encuesta Focus muestra además que el producto interno bruto de Brasil tendría una contracción de más de 3 por ciento por segundo año seguido en 2016.
Hace poco, el Ministerio de Hacienda y el Banco Central anunciaron medidas para reducir los costos del crédito y la burocracia. Pero el Gobierno no ha llegado a ofrecer subsidios ni a subir el gasto público, mientras lidia con un déficit presupuestario histórico.
«La luna de miel del Gobierno con los mercados y analistas prácticamente terminó», dijo Monica de Bolle, investigadora del Instituto Peterson de Economía Internacional. «El 2017 será un año complicado y es difícil imaginar que la economía salga del lugar en el que está ahora», agregó.
Presidente brasileño atrapado por recesión y crisis política
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