Si bien es cierto que los reclamos de distintos sectores de la República Dominicana, en algunos de los cuales me incluyo, dieron al traste con lo que en este 22 de enero se denominó Marcha contra la Impunidad, la cual contó con un masivo apoyo en el país, así como en New York; no obstante en el sur de la Florida fue un fracaso que contrasta con los más ciento veinticinco mil (125,000) dominicanos residentes en esta urbe.
Me sentí orgulloso de ver la extensa marcha que inició en mi país en la 27 de febrero, pasó por el Palacio Nacional y culminó en el Altar de la Patria con la entonación del Himno Nacional; sin embargo, me dio pena ver el reducido número de conciudadanos que se acumuló aquí en Miami, donde en una esquina no habían más de 100 personas, 20 pancartas y un micrófono. Algo sumamente patético si tomamos en cuenta la magnitud del evento y la petición que estamos haciendo todos con esa actividad: que se acabe con la impunidad y la corrupción en República Dominicana.
Estar en paz con Dios y con todos es estar en paz contigo mismo.
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