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Meditabundo: ¿Quién soy yo ante la Ley?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Las violaciones a las leyes me han inquietado y he llegado a concebir que estas son debido a que no se conocen a sí mismo. ¿Quién soy yo ante la ley? Pienso en lo vivido y tratando de saberlo, la norma de vida deriva de la ley, dado que esta debe a la vez rectificar los vicios y fomentar las virtudes. Lo más difícil de todo: el de nosotros mismos; y la regla que lo prescribe tiene un significado tan profundo, que no se atribuyó a un hombre cualquira, sino a Dios. Pues aquel que se conozca a sí mismo empezaría por sentirse en posesión de algo divino. Concebirá su propia naturaleza como una imagen consagrada, obrando y pensando siempre de un modo que sea digno de tantos favores divinos, y como se examina a sí mismo, sondeándose por entero, descubrirá todos los dones que le dio al nacer la naturaleza y todos los instrumentos de que dispone para obtener y alcanzar la sabiduría. Pues desde el principio formó en su mente conceptos de las cosas que estaban como oscurecidos, pero después de alcanzarlos bajo la dirección de la sabiduría, comprende que nació para ser hombre bueno y, por eso mismo, hombre feliz. En efecto cuando el espíritu haya conocido y percibido las virtudes, repudiando su dependencia y complacencia con respecto al cuerpo, cuando haya eliminado el pacer cual mancha deshonrosa, caminando todo temor hacia la muerte y el dolor, cuando haya formado una sociedad de amor con los suyos, considerando suyos a todos los que le están unidos por la naturaleza, cuando haya adoptado el culto a Dios y la pura religión, agudizando la mirada de los ojos y de la mente para elegir el bien y rechazar el mal (virtud a la que se llama prudencia por su relación con prever) ¿Cómo nombrar o mentar a un ser más feliz que el hombre? Y del mismo modo cuando haya contemplado el cielo, la tierra, el mar y la naturaleza entera, cuando haya visto de donde nacen las cosas, adonde se diriges, cuando y como perecerán, cual es su elemento moral y caduco y cual su elemento divino y eterno, cuando se haya aprehendido al Dios que las gobierna y las rige, cuando haya reconocido que no es el habitante de un lugar determinado, completamente enterrado entre paredes, sino el ciudadano de un mundo total constituido en forma de ciudad única, entonces en medio de esta magnificencia, observando la naturaleza y conociéndola despreciará y desdeñará y reputará por nada las cosas que el vulgo mira con admiración.
 
Una vez convencido de que está destinado a vivir en la sociedad civil, comprenderá la necesidad de emplear no solo el arma sutil de la dialéctica, sino también un arma de mayor alcance y de efecto más duradero, es decir la elocuencia que gobierna a los pueblos, da fuerza a las leyes, castiga a los malos, ampara a los buenos y ensalza a los grandes hombres. Así es como presentará de modo persuasivo a sus conciudadanos preceptos conducentes a su salvación o a su buena fama, como podrás exhortarlos a la virtud, apartados del vicio, consolar a los afligidos y estampar en monumentos eternos los hechos y los dichos de los héroes. Junto con ignominia de los malvados.
 
Nuestra invitada de hoy: Santa Teresa de Lisieus. “Para conseguir la perfección, solo conozco un medio. El amor.
 
Dominicanos estoy viendo su vida, sus hechos…presencia de Juan Pablo Duarte y me cuestiono. ¿Por qué no seguimos sus eternas huellas? Todo en su vida es sagrado. Consérvense bueno.
 
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana

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