Los iraníes, ansiosos por tener más libertad en casa y menos aislamiento del exterior, reeligieron de forma rotunda al presidente Hassan Rouhani, retando a la élite clerical conservadora que aún mantiene su influencia.
La televisión estatal felicitó a Rouhani por su victoria. El arquitecto de la aún frágil detente con occidente encabezaba el recuento con un 58,6 por ciento de los votos, frente al 39,8 por ciento de su rival, el juez de línea dura Ebrahim Raisi, según los resultados casi completos publicados el sábado.
Aunque los poderes del presidente electo están limitados por los del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, su superior jerárquico, la amplia victoria de Rouhani da a los prorreformistas un mandato fuerte.
El oponente de Rouhani, Raisi, es un protegido de Ali Jamenei, que ha sonado en la prensa iraní como posible sucesor del líder supremo, de 77 años, que lleva en el poder desde 1989.
Es probable que la reelección salvaguarde el acuerdo nuclear que el gobierno de Rouhani alcanzó con las potencias mundiales en 2015, bajo el cual la mayoría de las sanciones internacionales han sido levantadas a cambio de que Irán detenga su programa nuclear.
Y asesta un revés a la Guardia Revolucionaria, la poderosa fuerza de seguridad que controla un vasto imperio industrial en Irán. Habían apoyado a Raisi para salvaguardar sus intereses.
«Estoy muy contento por la victoria de Rouhani, ganamos, no cedimos a la presión, les demostrábamos que todavía existimos», dijo Mahnaz, de 37 años, un votante reformista contactado por teléfono en la madrugada del sábado. «Quiero que Rouhani cumpla sus promesas».
Sin embargo, Rouhani sigue afrontando las mismas restricciones a su capacidad de transformar Irán que le impidió realizar un cambio social sustancial en su primer mandato y frustró los esfuerzos de reforma de uno de sus predecesores, Mohamed Jatami.
Los iraníes, demandando un cambio, otorgan una rotunda victoria a Rouhani
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