HealthDay News .- Los examinadores médicos y forenses de EE. UU. quizá no clasifiquen de forma precisa algunas muertes infantiles súbitas e inesperadas (MISI), porque no todos siguen los mismos procedimientos al investigar y clasificar ese tipo de muertes, según una nueva investigación.
El estudio encuestó a casi 400 examinadores médicos y forenses en 2014. Plantea dudas sobre la fiabilidad de los informes actuales sobre las MISI, dada la posibilidad de que una cantidad significativa de casos de MISI se estén atribuyendo de forma errónea a otras causas de muerte infantil, apuntaron los investigadores.
«Existen directrices sobre las investigaciones de las muertes», apuntó la autora líder del estudio, Carrie Shapiro-Mendoza, científica principal en la rama de salud materna e infantil de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Anotó que los mismos CDC tienen un sistema de clasificación con estándares sobre cómo se debe decidir la causa de muerte durante la investigación de un fallecimiento.
«[Pero] los examinadores médicos y forenses de EE. UU. no investigan ni clasifican las MISI de forma uniforme», dijo Shapiro-Mendoza.
«Debido a esto, certifican las mismas muertes de forma distinta. Esta variabilidad influye en la vigilancia y en la investigación, afecta la comprensión real de las causas de la mortalidad infantil, e inhibe nuestra capacidad de monitorizar con precisión, y en última instancia de prevenir, muertes futuras», enfatizó.
Las MISI ocurren cuando un bebé de menos de un año de edad muere de forma repentina e inesperada como resultado de asfixia, de quedar atrapado entre dos objetos, de una infección, de un ahogamiento, de problemas de la respiración, de irregularidades en el latido cardiaco o de una lesión, según el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de EE. UU.
El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) se considera una forma particular de la MISI. Una muerte se clasifica como SMSL cuando el fallecimiento de un bebé no se puede explicar, a pesar de tener una autopsia, una evaluación de la escena de la muerte y una revisión clínica completas.
La nueva encuesta pidió a los examinadores y a los forenses que consideraran cuatro escenarios hipotéticos de muerte infantil. Se pidió a cada uno que identificara cómo manejaría el examen, antes de ofrecer una clasificación final para cada escenario. La mayoría de los participantes en la encuesta eran hombres y mayores de 50 años.
Los resultados sugirieron un grado significativo de desacuerdo respecto a la causa última de muerte.
Mientras que entre un 64 y un 77 por ciento de los encuestados concurrieron en el ahogamiento o la asfixia como la causa de muerte en los primeros tres escenarios que consideraron, las respuestas de la encuesta indicaron que más o menos un 15 por ciento llegaron a una conclusión distinta.
Hubo menos acuerdo respecto al cuarto escenario. Casi un 40 por ciento atribuyeron el fallecimiento al SMSL. Un 30 por ciento dijeron que era una MISI. Menos de un 1 por ciento lo identificaron como ahogamiento o asfixia.
Aunque la mitad de los encuestados dijeron que en algún momento de su trabajo habían usado el SMSL como determinación de la muerte, la mitad dijeron que no.
Y cuando se consideró el SMSL o la MISI, la definición usada para establecer una determinación varió de forma considerable, al igual que la elección de las herramientas de evaluación diagnóstica.
Por ejemplo, las pruebas metabólicas (en que se evalúan varios trastornos en muestras de bilis y sangre) fueron usadas rutinariamente más o menos un 80 por ciento de las veces. Pero las pruebas radiológicas se realizaban de forma rutinaria alrededor de un 60 por ciento de las veces.