Río de Janeiro.- La absolución de la corte electoral de Brasil alivió un poco la presión sobre el presidente Michel Temer, quien todavía afronta en el Tribunal Supremo una investigación en curso por sospechas de corrupción que amenaza su continuidad en el poder.
El mandatario brasileño reafirmó tras conocer el fallo del Tribunal Superior Electoral (TSE) que continuará trabajando “para pacificar el país”, aunque todo indica que difícilmente podrá tomarse un respiro ante las múltiples acusaciones a las que se enfrenta.
La próxima semana, el Fiscal general de Brasil, Rodrigo Janot, debe presentar una denuncia contra Temer y su exasesor, el exdiputado Rodrigo Rocha Loures, basada en la delación que hizo el empresario Joesley Batista, dueño de la multinacional cárnica JBS y que aseguró que pagó sobornos a Temer desde 2010.
Las confesiones de los ejecutivos del grupo JBS llevaron a la Corte Suprema a iniciar una investigación contra Temer por los supuestos delitos de corrupción, obstrucción a la Justicia y asociación ilícita.
Janot debe presentar la denuncia ante el Tribunal Supremo, que debe reenviarla a la Cámara de Diputados, donde si 2/3 partes de los parlamentarios votan a favor, Temer sería apartado del cargo durante 180 días mientras se investigan las acusaciones contra él y que de prosperar, podrían costarle el mandato.
Debido a ello, el presidente brasileño intenta articular desde hace unos días una base sólida de apoyo, para reunir los 172 votos necesarios que le garantizarían no ser investigado por la Cámara y con ello, evitar ser apartado de la Presidencia.
Temer agregó ayer más leña al fuego en este caso al negarse a responder un interrogatorio por escrito de 82 preguntas de la Policía Federal, con autorización de la Corte Suprema, basado en la delación que hizo Batista y su supuesta relación con el presidente y pedir el fin de las investigaciones.
Las sospechas que hay contra Temer han llevado a la oposición y sectores de su propia base a exigir su renuncia y pueden complicarle la vida en el Congreso.
Aunque logre la mayoría de votos necesaria para escapar de la investigación en la Cámara Baja, Temer, que siempre dijo que quería ser “un presidente reformista”, debe enfrentar grandes dificultades para sacar adelante las polémicas reformas que su Gobierno quiere aprobar, como las del sistema de pensiones y jubilaciones, y la laboral.
Dichas reformas son consideradas como claves para la recuperación económica de Brasil, que apenas en el primer trimestre de este año logró un resultado positivo (crecimiento del 1 %) tras encadenar consecutivamente 8 trimestres en negativo desde diciembre de 2014.
Por el momento, el mandatario, que ha rechazado siempre todas las acusaciones en su contra, aseguró ayer estar con “mucha tranquilidad y mucha serenidad” tras conocer el fallo del TSE, que por 4 votos a 3 lo absolvió de financiación irregular en las elecciones presidenciales de 2014.
Temer, en el poder desde mayo de 2016, participó en esos comicios como candidato a vicepresidente y fue compañero de la entonces mandataria Dilma Rousseff, destituida el año pasado por presuntas irregularidades fiscales en los presupuestos.
Tras conocer el resultado, Temer emitió una nota en la que afirmó que prevaleció la Justicia “de forma plena y absoluta” tras la resolución del TSE.
Temer señaló además que la decisión del TSE es una señal de que las instituciones “continúan garantizando el buen funcionamiento de la democracia brasileña”.
“Como jefe del Ejecutivo, el presidente de la República seguirá, junto con el Congreso Nacional, honrando su compromiso de trabajar para que Brasil vuelva al camino del desarrollo y el crecimiento con más oportunidades para todos”, añadió el mandatario.