Los residentes que regresaron a los Cayos de Florida comprobaron que Irma destrozó casas y que llenó los comercios de algas marinas en medio de un paisaje cubierto de escombros, donde se estima que un 25 por ciento de las viviendas resultó destruidas.
Irma, una de las tormentas más poderosas registradas en el Atlántico y el segundo gran huracán que golpea a Estados Unidos continental esta temporada, dejó 43 muertos a su violento paso por el Caribe y al menos otros 18 en Florida, Georgia y Carolina del Sur.
La destrucción era generalizada en los cayos, una cadena de islas que va desde el extremo suroeste de la Península de Florida hasta el Golfo de México y está conectada por una única carretera con una serie de puentes a lo largo de una ruta de casi 160 kilómetros.
“No tengo casa. No tengo empleo. No tengo nada”, dijo Mercedes Lopez, de 50 años, cuya familia huyó el viernes hacia el norte desde el pueblo de Marathon en los cayos de Florida y pasó la tormenta en un hotel de Orlando, sólo para enterarse de que su casa fue destruida junto con la estación de combustible en la que trabajaba.
“Vinimos aquí y dejamos todo en casa, y ahora volvemos a nada”, dijo Lopez. Su familia y otras tres provenientes de Marathon planeaban regresar el miércoles para rescatar lo que pudieran.
Estimaciones iniciales de daños consideran que un 25 por ciento de las casas en los cayos fueron destruidas y que un 65 por ciento sufrió daños graves, según el administración de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés), Brock Long.
Las islas fueron evacuadas antes de que Irma azotara la región el domingo como un huracán de categoría 4 con vientos máximos sostenidos de hasta 215 kilómetros por hora.
“UN VELERO EN NUESTRO PATIO”
Autoridades comenzaron a permitir el retorno de residentes y comerciantes locales a las islas de Cayo Largo, Tavernier e Islamorada dos días después. La extensión de la devastación sorprendió a muchos.
“Esperaba que algunas vallas estuvieran caídas y algo de escombros”, dijo el traumatólogo de Miami Orlando Morejon, de 51 años, mientras cortaba un árbol que bloqueaba la entrada a su casa en Islamorada. “No esperábamos encontrar un velero en nuestro patio trasero”, agregó.
Los muros de viviendas prefabricadas cercanas fueron rasgados, exponiendo sus aislantes y el interior de dormitorios y cocinas empapadas.
Marilyn Ramos, de 44 años, pasó toda la mañana limpiando la arena y las algas que cubrían su restaurante cubano Havanos después de volver el martes temprano.
“Estoy tratando de mantener la calma y de ver cómo superamos todo esto”, declaró la mujer que emplea a 30 personas en sus dos restaurantes. “Es devastador”.
Al final de Islamorada, aproximadamente en el centro de la ruta que conecta los cayos, la policía regresaba a los residentes que buscaban continuar viajando al sur y sólo permitía el paso de empleados de compañías eléctricas, trabajadores sanitarios y miembros de las agencias de seguridad.
Autoridades dijeron que prohibieron el reingreso al resto de los cayos para dar más tiempo para restablecer los suministros de electricidad, agua y combustible, además de los servicios médicos. Funcionarios estadounidenses dijeron que unos 10.000 residentes de los cayos permanecieron en la zona cuando llegó la tormenta y podrían necesitar evacuación.
Unos 5,8 millones de hogares y negocios permanecían sin electricidad en Florida y estados cercanos. La mayor central de Florida dijo que partes occidentales del estado podrían seguir sin servicio hasta el 22 de septiembre.
Si bien Irma provocó daños graves en Florida, estos palidecen frente a la devastación que provocó en partes del Caribe, donde se registró la mayor parte de las muertes por el huracán.
La tormenta destruyó cerca de un tercio de los edificios en la parte holandesa de la isla de San Martín, en el Caribe, en su paso hacia Florida, dijo el martes la Cruz Roja holandesa.
El huracán azotó Estados Unidos poco después de Harvey, que barrió Houston a fines del mes pasado matando a cerca de 60 personas y provocando daños por unos 180.000 millones de dólares, debido sobre todo a inundaciones.