El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, viajará este martes a Puerto Rico para evaluar los estragos causados por el huracán María, lo que le brindará la oportunidad de mostrar solidaridad con los supervivientes y explicar cómo su Gobierno planea ayudarlos a recuperarse.
Trump deberá enfrentar el resentimiento de los puertorriqueños, frustrados por el hecho de que todavía deber luchar por satisfacer sus necesidades básicas dos semanas después del paso de la peor tormenta que ha golpeado a la isla en 90 años.
Las tensiones se exacerbaron cuando el mandatario republicano fustigó a los críticos de la respuesta de su Gobierno.
Trump atacó el fin de semana a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin Cruz, por su “liderazgo mediocre” luego de que criticara la respuesta federal. El presidente dijo que algunas personas en la isla “quieren que les hagan todo cuando debería ser un esfuerzo comunitario”.
La Casa Blanca invitó a Cruz a participar en la visita de Trump, aunque no estaba claro si había aceptado.
La economía del Estado libre asociado, que alberga a 3,4 millones de personas, ya estaba en recesión luego de que su Gobierno se declaró en bancarrota en mayo. La tormenta inutilizó la red eléctrica de la isla y menos de la mitad de sus residentes cuentan con agua corriente.
Dos semanas después, todavía es difícil para los residentes obtener una señal de telefonía celular o encontrar combustible para sus generadores o automóviles.
Valentine Navarro, un vendedor en San Juan de 26 años, descartó el viaje de Trump como un ejercicio de relaciones públicas.
“Creo que viene aquí debido a la presión, como una oportunidad para sacarse fotos, pero no creo que va a ayudar más de lo que ya ha hecho – y eso no es mucho”, declaró Navarro.