Un submarino argentino desaparecido hace más de una semana en el Atlántico Sur habría sufrido una explosión, dijeron autoridades, lo que llevó a las familias de los tripulantes a perder las esperanzas de hallarlos con vida.
El ARA San Juan, una nave clase TR-1700 construida en Alemania en la década de 1980, desapareció el 15 de noviembre con 44 tripulantes tras reportar una avería eléctrica cuando navegaba desde el sur del país hacia la base naval de Mar del Plata, disparando un gran operativo de búsqueda.
La Armada argentina confirmó dos reportes de un evento violento bajo el mar sucedidos el mismo día en que la nave perdió la comunicación y cerca de su última posición conocida.
“Estamos hablando de un evento anómalo, singular, corto, violento, no nuclear, consistente con una explosión”, dijo a periodistas Enrique Balbi, portavoz de la Armada, quien añadió que naves de varios países se dirigían a la zona para buscar rastros del ARA San Juan.
El organismo internacional para la prohibición de pruebas nucleares, con sede en Viena, informó que detectó una “señal inusual” la semana pasada en la zona donde desapareció la nave.
La detección se sumó a un reporte similar por parte de una agencia estadounidense.
“Los dos informes dan casi el mismo punto y casi el mismo área. Estamos hablando de un área de 125 kilómetros de radio”, precisó, y dijo que no tenía información sobre qué había causado una posible explosión.
Familiares de los tripulantes salieron de la base naval llorando y quejándose cuando recibieron la información. Algunos dijeron que autoridades militares confirmaron que los marineros están muertos.
Itatí Leguizamón, esposa del tripulante Germán Suárez, dijo que las autoridades les confirmaron que hubo una explosión en el Atlántico el 15 de noviembre alrededor de las 11 de la mañana, apenas horas después de que la nave enviara su última comunicación.
“El submarino descendió a 3.000 metros y eso es todo lo que saben (…) No fue localizado pero dicen que está 3.000 metros”, dijo Leguizamón a periodistas.
La nave no está preparada para resistir profundidades cercanas a los 3.000 metros.
Varios familiares insultaron a las autoridades, a quienes responsabilizan por la tragedia, mientras que otros se abrazaban entre ellos llorando de la base de la ciudad costera, unos 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
“Me acabo de enterar de que me quedé viuda”, dijo la esposa de Fernando Santilli, uno de los tripulantes, llorando desconsoladamente.
BÚSQUEDA INAUDITA
La dramática situación disparó un monumental operativo internacional de rescate en el que participan cerca de 4.000 personas y unos 30 aviones y barcos de Argentina, Estados Unidos, Reino Unido, Brasil y Chile.
En uno de sus vuelos, un avión P-8 Poseidón de la Marina de Estados Unidos detectó un objeto cerca de la zona donde se registró la “anomalía hidroacústica”, pero la embajada de ese país confirmó luego a Reuters que el hallazgo se trataría de un monte bajo el mar.
El ARA San Juan, el más nuevo de los tres submarinos de la flota, fue botado en 1983. Construido en Alemania, tiene un largo de 65 metros y funciona con motores diésel y otros eléctricos, según datos oficiales. En 2008, la nave fue sometida a una ‘reparación de media vida’ que llevó más de dos años.
Pero el caso dejó en evidencia los escasos recursos y la falta de capacitación que tienen las Fuerzas Armadas de Argentina desde que acabó una dictadura militar a principios de la década de 1980.
Expertos dijeron el miércoles a Reuters que si el submarino no estaba en la superficie se debía a que la tripulación no había podido activar los mecanismos manuales para hacerlo emerger.
“Las baterías que tiene el submarino, si entran en combustión o entran en contacto con el agua, desprenden gases tóxicos como el hidrógeno, que además es altamente explosivo”, explicó el miércoles a Reuters el perito naval Fernando Morales.