Una misión de observación de la OEA en Honduras dijo el lunes que la pequeña diferencia en los resultados de la elección presidencial, así como una serie de problemas que rodearon a los comicios, no le permiten tener certeza sobre el recuento de votos.
El presidente Juan Orlando Hernández se encamina a ganar los comicios del 26 de noviembre y ser reelecto tras obtener el 42.98 por ciento de los sufragios frente al 41.38 por ciento del opositor Salvador Nasralla, con el 99.98 por ciento de las mesas escrutadas, según el árbitro electoral.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) dijo que anunciará el ganador de los comicios del 26 de noviembre cuando acabe el plazo de impugnaciones, que se prolongará hasta el miércoles.
“El estrecho margen de los resultados así como las irregularidades, errores y problemas sistémicos que han rodeado esta elección, no permiten a la misión tener certeza sobre los resultados”, dijo el jefe de la misión, el expresidente boliviano Jorge Quiroga.
Quiroga agregó que la única vía para que el país pueda aceptar los resultados y las partes reconocer un ganador es que los principales candidatos lleguen a un acuerdo para cotejar las 1,006 actas que fueron sometidas a un escrutinio especial, que fue realizado el domingo, con las originales.
La misión también recomendó que sean verificadas 5,174 actas del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que no fueron transmitidas la noche de la elección y recontar los votos de las actas que presenten inconsistencias.
Nasralla, abanderado de la coalición amplia Alianza de Oposición contra la Dictadura, ha denunciado un fraude porque en los primeros conteos divulgados por el TSE, con el 57 por ciento de las mesas escrutadas, él ganaba con una diferencia de cinco puntos que se fue acortando hasta revertirse a favor de Hernández.
RECOMENDACIONES
El presidente del TSE, David Matamoros, dijo la semana pasada que hubo un problema en el sistema de cómputo. Nasralla asegura que los problemas en transmisión y las caídas se sistemas sirvieron para cambiar las cifras que le favorecían.
La misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) también vio con buenos ojos la revisión de la participación en la votación en tres departamentos del país centroamericano, tal y como pidió la alianza opositora.
La representación de la OEA exhortó al TSE a que establezca una etapa razonable para la presentación de impugnaciones, que el organismo dijo acabaría el miércoles.
La misión dijo que la falta de confianza en el proceso ha desatado protestas, en ocasiones violentas, e hizo un llamado a la paz e instó a las fuerza de seguridad a actuar con cautela y proporcionalidad durante las horas del toque de queda decretado el viernes a última hora.
Si el TSE ratifica el resultado, el presidente Hernández, del centroderechista Partido Nacional y cercano a Estados Unidos, lograría un pase para gobernar por cuatro años más en los que ha prometido continuar reduciendo la violencia que azota al país, uno de los más pobres del continente.
Hernández dijo el lunes que rechazaba los hechos vandálicos y llamó a todos los sectores a “seguir construyendo una nueva Honduras”, pero nunca se declaró abiertamente ganador.
Poco después, Nasralla volvió a cargar contra el árbitro electoral, que asegura está controlado por Hernández, a quien acusa de gobernar como en una dictadura.
“En Honduras ganó la Alianza de Oposición y se acabó la dictadura (…) Este ya no es un régimen legítimo (…) por lo tanto se puede esperar que el pueblo reaccione como más le parezca, ayer fueron a las calles”, dijo.
ÁNIMOS CALDEADOS
Miles de personas marcharon el domingo por las calles de Tegucigalpa y otras ciudades hondureñas para expresar su descontento por el rumbo de la elección. En los últimos días se registraron algunos saqueos de tiendas y actos de vandalismo.
La cifra de muertos desde que comenzaron las protestas la semana pasada ascendería a 12, según cifras reportadas por separado de fuentes, familiares y autoridades.
El portavoz de la Policía Nacional, Jair Meza, dijo que dos efectivos murieron el domingo cuando fueron atacados mientras patrullaban una zona del este del país.
Dos manifestantes fallecieron en la capital en la madrugada, dijeron sus familiares, aunque las autoridades no confirmaron esas muertes. Más de 1,300 personas han sido detenidas desde que se decretó el toque de queda, según cifras oficiales.
El lunes, algunos miembros de un grupo de operaciones especiales de la policía (COBRA) -encargado entre otras tareas de controlar disturbios- se negó a seguir reprimiendo a los manifestantes.
“Nosotros somos pueblo y no nos podemos estar matando con el propio pueblo cuidando interesas ajenos, de otras personas”, dijo uno de ellos encapuchado desde la principal base, en Tegucigalpa.
Otros cuerpos policiales en el país se plegaron a la posición de no reprimir a los manifestantes y aprovecharon para hacer demandas laborales y salariales.
La Policía Nacional publicó el lunes un comunicado en el que resume en ocho puntos su desacuerdo con las órdenes que ha recibido en medio de la crisis política que vive el país, la cual en su opinión no les compete.
“Solicitamos a los mandos intermedios tomar el mando de nuestra institución por la inoperancia de nuestros superiores que en poco o nada ayudan a este problema de Estado”, dijo el texto.
Así mismo, la policía pidió al Gobierno que busque la mejor salida al conflicto para que se recupere la paz y la tranquilidad en el país centroamericano.
En varias ciudades del país la población fue por la noche a las estaciones policiales para apoyar a los agentes, mostraron imágenes de televisión.
Hernández, asumió en enero del 2014 con la promesa de combatir la delincuencia endémica en uno de los países con más pobreza y más violentos del mundo. Aunque aceleró el ritmo económico y redujo la tasa de asesinatos, es acusado por sus críticos de acumular desmedidamente poder en el empobrecido país.
El mandatario ha sido un aliado en Centroamérica de Estados Unidos, que tiene una fuerza de tarea conjunta en la base aérea Soto Cano de Honduras.
Según un documento visto por Reuters y fechado el 28 de noviembre, en plena crisis electoral hondureña, el Departamento de Estado de Estados Unidos certificó a la nación centroamericana para recibir cientos de millones de dólares de ayuda.