Una investigación de la Universidad de Duke, Estados Unidos, ahondó en cómo se forman los hábitos (los buenos y los malos) para saber cómo tratarlos.
Un sólo tipo de neurona en el cerebro sería la que controla nuestros hábitos, de acuerdo con una nueva investigación del Centro Médico de la Universidad de Duke, Estados Unidos.
Algunos de estos hábitos son buenos, como hacer ejercicio o lavarse las manos. Otros, como fumar o tomarse una gaseosa después de comer, no son tan buenos, y parecen estar conducidos por la misma razón.
De acuerdo a la investigación, la formación de hábitos o el seguimiento de una rutina aumenta la actividad de las interneuronas, y bloquearlas con un fármaco podría ayudar a romper los hábitos como se ha demostrado en ratones previamente adictos al azúcar. Aunque es raro, estas células ejercen su control a través de una red de conexiones a células más pobladas que se sabe que conducen el comportamiento habitual.
«Esta célula es una célula relativamente rara pero está muy conectada a las neuronas principales que retransmiten el mensaje de salida para esta región del cerebro», dijo Nicole Calakos, profesora asociada de neurología y neurobiología en el Centro Médico de la Universidad de Duke, al World Economic Forum. «Encontramos que esta célula es un controlador maestro del comportamiento habitual, y parece hacer esto al volver a orquestar el mensaje enviado por las neuronas salientes».
La investigación, publicada en la revista científica eLife Sciences, le estaría apuntando a nuevos tratamientos para la adicción o el comportamiento compulsivo en humanos.
De acuerdo con el World Economic Forum, el equipo tuvo un primer acercamiento a los estudios neurológicos de los hábitos humanos en 2016, cuando exploraron cómo los hábitos pueden dejar marcas duraderas en el cerebro.
Entrenaron ratones por lo demás sanos para recibir un “regalo” cada vez que presionaban una palanca. Muchos ratones desarrollaron el hábito de presionar la palanca, y continuaron presionandola incluso cuando ya no dispensaba dulces o golosinas. Luego, compararon la actividad cerebral de los ratones que habían desarrollado el hábito de la palanca con los que no lo habían hecho. Se enfocaron en un área del cerebro llamada “Striatum”, que según la investigación, tiene dos vías neuronales, algo así como dos comandos: “ir” (que incita una acción) y “detener” (inhibe la acción).
Descubrieron que tanto las vías de ir como detener eran más fuertes en los ratones impulsados por hábito. La formación de hábitos también cambió el tiempo relativo de las dos vías, haciendo que la ruta de “ir” se dispare antes de “detener”.
De acuerdo con eLife, el equipo quería entender los circuitos que coordinan estos diversos cambios en el cerebro. La hipótesis que plantearon en un principio fue que un único tipo de célula llamada “interneurona de rápida expansión” o “Interneuronas colinérgicas” (FSI) podrían servir como conductor principal de los cambios generalizados en la actividad de las neuronas.
Estas pertenecen a una clase de neuronas responsables de transmitir mensajes localmente entre otros tipos de neuronas en una región cerebral particular. Aunque constituyen aproximadamente el 1% de las células en el cuerpo estriado (que es la parte del cerebro que recibe información de la corteza cerebral), crecen como ramas que unen hasta el 95 por ciento de las neuronas que activan las vías de “detener” e “ir”.
«Estábamos tratando de poner estas piezas del rompecabezas en un mecanismo», dice Calakos al WEF. «Y pensamos que debido a la forma en que las interneuronas de aceleración rápida están conectadas a las otras células, podría ser la única célula que impulsa estos cambios en todas ellas. Eso es lo que establecemos sobre las pruebas».
Para probar si las interneuronas colinérgicas son realmente las conductoras de los hábitos, un estudiante de posgrado en el laboratorio de la profesora Calakos, Justin O’Hare, dirigió el esfuerzo de observar de cerca la actividad cerebral en ratones que presionan la palanca.
Descubrió que la formación de un hábito parecía hacer que los FSI fueran más excitables. Luego le dio a los ratones un medicamento que disminuye el disparo de FSI, y descubrió que las vías de “detener” e “ir” volvieron a sus patrones de actividad cerebral «pre-hábito», y así el hábito desapareció.
La investigación fue financiada por la Fundación McKnight, la Asociación de Tourette de América, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, la Fundación del Cerebro y el Comportamiento y la Fundación Ruth K Broad, y los hallazgos pueden ser útiles para desarrollar tratamientos contra las adicciones o los comportamientos compulsivos. «Creo firmemente que para desarrollar nuevas terapias para ayudar a las personas, debemos comprender cómo funciona normalmente el cerebro y luego compararlo con el aspecto del cerebro ‘roto'», dijo Calakos al World Economic Forum.