En varios artículos me he cuestionado. ¿Qué tiene roto el dominicano en su interior? Lo sigo pensando y he concebido que es el deber del padre de familia. Es su ejemplo y la educación que evita la pérdida del hijo delincuente como un huérfano con el padre vivo viviendo bajo el mismo techo. Cuando leí en la Biblioteca Pública en Cannes, Francia, 1953, la vida en Roma en el tiempo de los emperadores, se quedó en las neuronas el Paterfamilias cuyo papel consistía en asumir la representación pública del grupo familiar y en asegurarse que todos sus miembros se condujeran de forma correcta.
Vivo echando de menos la virtud. Cualidad o la práctica por excelencia moral o la rectitud.
La palabra virtus emparentando con el latín que designa varón (vir) señala las cualidades masculinas vinculadas con el servicio al Estado.
Solo de soslayo pienso para no entrar en la degradación de nuestra sociedad con la corrupción y la ausencia de la justicia. Que la familia debe ver al padre cuestionándose en sinceridad. ¡Oh Dios el padre es el que no cumple con la ley creada por ti!
Ahora recuerdo, el Taipei, Taiwán, haber leído en unas tablillas de bambú: La naturaleza es la mejor muestra de la verdad. Proverbio chino.
Dominicanos si pensamos en nuestra naturaleza debemos aceptar sus leyes que son eternas, todas, todas en bien de la humanidad. ¿Por qué no cumplirlas? Cuantos males evitaríamos y todos seríamos hijos de un pueblo feliz. Y los dejo: “La familia existe para el servicio del amor”, Almir Reburo G. “Cuando obras con amor logras acercar gente a Dios”, María Teresa de Calcuta. Feliz año 2018. Consérvense bueno. El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominica.