Alemania comenzó como una tromba. Kimmich, lateral derecho, parecía un volante más: todas las pelotas pasaban por él. Los centros eran la fórmula preferida para inquietar el arco sueco, que ya en diez minutos había recibido más de seis ocasiones claras de gol.
Pero tanta presión trae como consecuencia la apertura en la defensa. Y los germanos sufrieron. Suecia apostó al contragolpe con la velocidad de Berg, que a los 13′ pudo comenzar a decidir el partido si es que Neuer no hubiese dicho lo contrario. En uno de esos ataques con la zaga desprevenida, el delantero corrió solo y frente al portero del Bayern —más la presión de Boateng—, falló.
Reus, que inició en desmedro de Özil, cumplía a cabalidad con la confianza que puso Löw. Por la izquierda, en un tándem con Héctor, la Mannschaft dominaba todo el campo. Pero a los 31′ Rudy recibió un golpe accidental en la nariz que lo hizo abandonar el campo. En su lugar entró Gündogan… y todo cambió.
Dos minutos más tarde Toivonen recibió un centro de Claesson. Controló con el pecho y ante la salida del portero definió con un globito. Era el 1-0 para Suecia y el descalabro para los de Löw. Durante los 15 minutos restantes del primer tiempo no volvieron a inquietar a Olsen. Incluso Berg, cuando finalizaba la primera mitad, tuvo de cabeza el 2-0, aunque tapó Neuer.
En el complemento salió otra Alemania. El miedo a quedar eliminados encontró a los jugadores. Y renacieron, gracias a esa motivación y a los cambios tácticos del DT. Mandó a Werner a la izquierda e hizo ingresar a Mario Gómez por Draxler. Reus por la derecha y Müller retrasado. Kimmich y Héctor alimentaban por las bandas. La infantería completa en el último tercio de la cancha.
El envite pagó. A los 48′ vino el gol de Reus tras centro de Werner. Estaba todo para la remontada. Los centros llovían, aunque inexplicablemente ni Gómez ni Reus podían conectarlos. El destino, la mala puntería, o lo que sea, no permitía el 2-1 de Alemania.
A los 82′ salió expulsado Boateng por doble amarilla y las esperanzas de los germanos parecían terminadas. Pero siguieron atacando, consumidos por la desesperación. Tal arrojo los pudo conducir a la derrota y a la eliminación inmediata, ya que la defensa estaba toda arriba, pero lograron mantener la portería, al menos en el complemento, intacta.
Cinco minutos de agregado. Un palo de Brandt dejaba en claro que la victoria no estaba para los alemanes. Pero Kroos, el madridista, el tetracampeón de la Champions League, mandó un tiro libre al fondo de la red. A los 90’+5′. El campeón del mundo está más vivo que nunca.