En nuestra larga travesía hemos aprendido que muchas veces el bien crea otro bien, mientras que el mal provoca otro mal. Si se presta oído a la llamada del mal, este pierde fuerza por falta de alimento y perece el mal. El mal se muestra solo de otro mal. Por esta razón, los hombres sabios, que lo han comprendido claramente, no responden el mal con el mal, si no únicamente con el bien, y de esta manera han vencido al mal. No obstante el mal sobrevive.
En efecto, no son muchas las personas que siguen esta enseñanza, aun cuando en la ley en la que se basa funciona con exactitud. Somos demasiado perezosos para deducir leyes de los problemas que nos acosan, y nos consideramos demasiado débiles para vivir de acuerdo con ella, pero en realidad, una vez reconocida la validez de una ley, no hay nada más fácil que actuar basándonos en ella.
Responder al mal con el bien. Esta es la característica esencial que distingue al hombre del animal: la renuncia a la venganza está fundada en la naturaleza humana. Todavía no somos realmente humanos, porque no hemos reconocido la verdad de entrar ley en todo su alcance, ni hemos actuado en consecuencia.
Por hoy los dejo con Plutarco: “el cerebro no es un vaso para llamar, sino una lámpara para encender”
Consérvese bueno
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana