Esta honda travesía entre los hombres nos ha enseñado que se acostumbra, hablan, dicen la verdad únicamente cuando les resulte aceptable, agradable a los demás. Pero para nuestra vivencia eso no es veracidad. Siempre, aunque cueste la vida, la verdad se debe expresar de manera franca, de no tratar de engañar, que los demás, sepan cuáles son los hechos. Si una persona es si una persona es corrupta, y a la gente s ele dice, advierte que él es un corrupto, esa es la verdad, sabemos que muy frecuente la verdad es desagradable, pero jamás se debe dejar de decirla. Para eso se es hombre. Ahora bien, sabemos que la veracidad exige que se presenten los hechos tal como son. Así se beneficia a todos los demás. Esa es nuestra humilde definición de la verdad.
Me permitió recordar cuando me incline a estudiar a mahatma Gandhi (fue allí en el ateneo de nuestra nación de cañaverales y cangrejos 1944).
Gandhi les decía a los hindúes «quien sigue el camino de la verdad no tropieza». La verdad es Dios, la verdad solo podemos encontrarla si la buscamos en nosotros mismos, nunca a base de argumentos y decisiones, guardemos del saber engañoso. Es el saber engañoso lo que nos mantiene alejados de la verdad o nos aparta de ella ¿porque el ser humano teme decir y hacer la verdad y no tiene miedo a decir y hace la falsedad? La mentira destruye el alma, la verdad la fortalece.
«Quien pierde la paciencia pierde tanto la verdad como el principio de la no violencia»
Por hoy los dejo como invitado a Gandhi: La belleza no está en la apariencia, si no únicamente en la verdad.
Consérvese bueno
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana