Esto preocupa a psicólogos y médicos, porque es un factor de riesgo de muerte mayor que la obesidad.
Pensamientos e ideas
La gente no solo tiende a encerrarse aún más, sino que va achicando sus círculos sociales.
‘Comer solo’, ‘Solos, juntos’ y hasta ‘Sexo con Shakespeare’ (título de un libro de Jillian Keenan, publicado en 2016) son los nombres de algunos capítulos del podcast ‘The Lonely Hour’ (‘La hora solitaria’), que hace algunos años creó la neoyorquina Julia Bainbridge, exeditora de ‘Bon Appétit’ y colaboradora de ‘Food & Wine’ y de ‘The Washington Post’, para hablar sobre lo que la aquejaba: sentirse sola en medio de una ciudad tan llena de vida como Nueva York.
En los audios se puede oír cómo se sufre al hacer la reserva en un restaurante para una persona y sentir, al otro lado del teléfono, una cierta incomodidad. Sentarse y tener que soportar que el mesero pregunte no una, sino dos y hasta tres veces: ‘¿espera a alguien?’. O ver cómo, cada tarde, la gente deja la oficina para reunirse con sus familias o amigos, mientras la persona sola se debate entre pasar a comprar un buen libro que lo acompañe o enchufarse a Netflix hasta atontarse. Y todo esto en un contexto en el que subyace un discurso que alaba la capacidad de estar solo, de ser independiente, de no necesitar a nadie, como una fortaleza deseable, moderna y ‘cool’.
“Hice este podcast para hablar abiertamente sobre la soledad y desestigmatizarla, pero también para bajarles el perfil a las supuestas bondades de estar solo”, explica Bainbridge.
El éxito de su podcast ha sido enorme. Miles y miles de personas, no solo en Estados Unidos, sino fuera de su país, la escuchan. Y las cifras explican el porqué: el informe General Social Survey, que en los años 80 mostró a un 20% de estadounidenses quejándose de soledad, hoy habla de un 40% de personas en esta situación.
Cifras y razones
En Colombia, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud, los hogares conformados por una sola persona pasaron del 9,5% en 2010 al 11,1% en 2015. Y un estudio de Consumertrack en las cuatro principales ciudades del país reveló que el 5,9% de los mayores de 12 años dicen vivir solos (especialmente entre los 26 y los 35 años) y que quienes más se inclinan a hacerlo son los hombres (7,9% frente al 4,8 de las mujeres). También, que el tema tiene mayor incidencia en las personas con un mayor nivel de estudios (el 15,9 % de quienes tienen un doctorado vive solo) y una mejor situación socioeconómica (9,3 % de los que pertenecen al estrato 6 dicen no vivir con nadie).
“Hoy, el proyecto de vida es algo personal, no colectivo. Se ha perdido el sentido comunitario. La gente se presenta como emprendedora de sí misma y lo que manda es el ‘sálvate solo’. En Europa hay oficinas de gobierno que se dedican a buscar a la gente que se muere sola en sus apartamentos, sin herederos, sin familiares”, cuenta Mariano Ruperthuz, psicólogo y director del magíster en Psicoanálisis de la Universidad Diego Portales, de Chile. Y agrega: “Vivimos en tiempos que Zygmunt Bauman describe como ‘modernidad líquida’, donde los vínculos son acuosos, poco sustanciosos”.
El tema es que la ciencia detectó hace rato que la soledad no es buena para el ser humano. John Cacioppo, (1951-2018), pionero de la neurociencia social, describía la soledad como “una condición psicológicamente debilitante, caracterizada por una profunda sensación de vacío, falta de valor y sensación de amenaza”.